"Nunca seré ese poeta que me tenía prometido,
pensaba Vincent Price mientras esperaba
la caída del péndulo sobre su cabeza.
Dicen que el abismo es el que te mira,
pero a mí me guiña un ojo.
Siempre he querido hacer La Noche de Antonioni
con actrices españolas, y yo, de Marcello Mastroianni.
Pero nunca he tenido huevos de echarme a la calle
para seducir a mujeres como hacen los argentinos.
Recuerdo que vi "Vivir", de Zhang Yimou, en la Filmoteca de Andalucía,
una tarde cordobesa de los años 90, mientras esperaba escuchar
tu cantarina voz pronunciar en francés sevillano que preferías ver Azul
de Kieslowski a una peli de chinos.
Yo no era ese Totó el Héroe que me tenía prometido,
ni siquiera aquel Léolo que nació de un tomate lleno de sémen;
me pongo en la soledad de mi cuarto bandas sonoras de Hans Zimmer
para llamar a la inspiración por su nombre : abismo, péndulo, vivir, calle y noche.
Y sólo consigo parpadear y sentirme culpable
por todo el tiempo que no dedico a:
- A : La Familia
- B : El Estudio
- C : El Trabajo
- D : El Goce
- E : La Alegría.
La Melancolía es un arte olvidado,
sin amigos con los que compartir un pedete lúcido.
Ya no existen las amistades peligrosas
ni los cantamañanas de primavera.
Hasta los antidisturbios pierden sus porras en nuestras cabezas
mientras jugamos a ser Los Edukadores o Daniel Bruhl enamorando
a la enfermera rusa en Good Bye Lenin.
¿O era aquel Berlín destrozado que salía en La Vida en Obras
en cuyo final un tipo acababa llorando cuando llegaba su catársis peliculera?
Ojalá lleguen días de silencio de recogimiento de paz interior
de alegría profunda sin lágrimas,
yo también espero un buen final y la felicidad en los títulos de crédito"
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