Juan Manuel Santiago León / ARTE DISPERSO

Clip psicotrónico y exclusivo para gafapastas a los que les interese la creatividad del diseño gráfico y la arquitectura de las pequeñas cosas (como a mí), de este nuevo grupo indie madrileño que me recuerda a los Pixies, aunque más progresivos y ambientales. Sobretodo, destaco sus puestas en escena a través de video-performances, slam poetry y disfraces (intuyo que hay estudiantes de arte aquí o efeperos con ambiciones como yo). Esta gente dará que hablar, llegará lejos y hará bandas sonoras de directores como Nacho Vigalondo o algo así. Quien conozca los cortos y videos musicales de Miguel Asturias, observará ciertas coincidencias.

Nunca, en las cientos de veces que practiqué el Botellón allá por el Sur, se me ocurrió el peregrino pensamiento de convertirme al Islam, nisiquiera al suave sufismo, ni ponerme a danzar como un Derviche Giróvago, lo más fue recordar aquella canción de Battiato de su disco en español del 87, algunos amigos lo saben. ¿Y por qué no pudo ser? Ahora todo eso cobra sentido. Si los mejores pensamientos creativos surgieron en botellones, ¿por qué no darle cabida a una emoción mística ayudada por el alcohol?. Si dejé el botellón, no fue por la edad, sino por el aburrimiento y la desgana. Costumbre que no decayó, y que sigue viva en adolescentes y veinteañeros españoles del siglo XXI, azuzados por el paro, las expectativas frustradas, el hondo materialismo y la leve posibilidad de ligoteo con un/a vecino/a de botellódromo. Sé que la práctica del Islam prohíbe el alcohol, pero el sufismo es distinto, se ayuda, como hacen los chamanes, de drogas blabndas para llegar al éxtasis, aunque no todos la