Al hilo del artículo " La responsabilidad de conformarse ",he querido reflexionar sobre la envidia, emoción muy común hoy en día por este excesivo culto a lo material, al éxito y al fracaso. La gente desea que el triunfador falle y caiga, buscamos su pronto derribo, que tenga un simpático aire de ángel caído para que se iguale al resto en mediocridad. al que destaca, se le hace callar, o se le ridiculiza. no se aguanta la diferencia aunque se eleve un altar al individualismo "diferente". En este ansia de customizarlo ó personalizarlo todo, siempre dentro de un patrón o arquetipo reconocible, el que de verdad destaca por sí mismo es visto como bicho raro. Siempre me ha parecido curiosa esa tendencia, en el lugar de trabajo, de intentar no destacar demasiado en ciertos temas : donde se va uno de vacaciones, que no sea muy lejos ni muy caro para no dar envidia; lo que se gana, lo que uno tiene, vivienda, automovil, teléfono celular, ordenador, decoración, ropa. Y sobre
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