Gracias a los que alguna vez me conocieron y ya me han olvidado. Mientras les serví y les quedé cerca todo fueron parabienes e invitaciones a sus casas. Un hombro donde llorar siempre es útil. Pero cuando ya no puedes dedicarles el mismo tiempo porque aunque no lo parezca, yo también tengo ocupaciones, dejas de ser ese chico al que llamar a horas intempestivas. Mis padres sólo tuvieron amigos de jóvenes y bien que lo comprendo ahora. Me parecían entonces personas grises y pesimistas sin un buen consejo que ofrecerme, solo miedos y temores a veces infundados. Yo no sé lo que es un amigo de verdad, no lo recuerdo. Quizá lo tuve de joven, quizá compartimos cosas. Pero de verdad que ya no me acuerdo. Ahora los que me cuentan sus asuntos, ¿lo hacen por amistad o porque soy el único que a veces los escucha? Y yo, ¿a quién le cuento mis cuitas?. Yo no tengo eso, a lo mejor ciertas preocupaciones, cuestiones de agenda. Pero asuntos de miradas, palabras que llegan aden