Juan Manuel Santiago León / ARTE DISPERSO

En la cama del hotel cutre regentado por chinos, frente al canal de la Kaizergrachtstraat,mientras digería las sabrosas hamburguesas de máquina de la empresa Febo,soñé que yo era miembro del personal de la Zarzuela, quizá un periodista o un correveydile cualquiera. Por los pasillos me encontraba con un Rey Juan Carlos cabizbajo y con los ojos llorosos, aunque con aparente serenidad, y le pedía por favor si le podía hacer una pregunta : -¿por qué en los medios de comunicación españoles no hay independencia de los políticos que mandan en tal o cual comunidad? Le explicaba que necesitaba su opinión porque él representaba a España desde una postura objetiva e independiente. El Rey, me decía que por eso mismo no podía hablar de temas políticos, y me recomendaba que hablase con la portavoz del Pnv o de Euskadiko Ezquerra, que era muy amable y competente. Y se iba como alma en pena. Amsterdam era ruidosa y llena de gente. Ese fín de semana se celebraba el Orgullo Gay holandés y los canales se