Juan Manuel Santiago León / ARTE DISPERSO

A NADIE LE IMPORTA que el verano se alargue ad vomitum y que a la vida le cueste tanto volver a arrancar como si la flor no deseara germinar por hastío del estío. Qué lata dan los Románticos con sus ansias de muerte cuando tienen fácil engullir hasta el colapso. Implota implota porque el Hivern nunca llegará... No es el Clima, eres tú la zorra del granero. Ponte una armadura en este revival medieval. Comunicarte sólo sirve para mentir. Caraalaluna con la camisa negra.

La conocí en una emisora de radio y desde el principio ya peleábamos; debería haber sabido que los malos comienzos no deberían engendrar hijos. Nunca me he liado con las que me entraban por el ojo. Debe ser natural que uno no folle con los ángeles del cielo. Demasiado cine debería ser condenado. Prohíbe a tus vástagos que se enamoren de artistas, solo de aquellos que trabajen con las manos. Respeta a los que aparecen en los cuadros y desfilando en pantallas de las terminales. Pero a las personas terrenales déjalas estar en su podredumbre. No sigas a tu inconsciente por el mandato de reproducirte. No hay posturas mejores para que el semen agarre. Uno nace por imitación. Otros mueren porque la oferta se acaba.

Hay quien infravalora a ciertos escritores argentinos, denostándolos por ser lecturas de juventud, romanticismo para veinteañeros. Pero sin ellos, no hubiésemos descubierto que lo que parecía ficción poética era del todo real. Una manera de hablar un gusto musical por el arte la literatura el cine la dramaturgia. Porteños y marplatenses que nos enseñaron a amar lo parisino, que aunque estuviera al lado, con vecinos que nos despreciaban, ellos supieron cómo deslumbrarnos. Sí, éramos jóvenes y estábamos empezando. Soñábamos con un trozo de vida bohemia en el dosmil primero. Veinte Uno, como dicen ellos. El Retiro era un escenario aún no tomado por las hordas que degustan cafés caros. Cowboys americanos, títeres argentinos, improbables poetas andaluces. Madrid todavía valía la pena no sabíamos que ya le quedaba poco. De vez en cuando, se escuchan ecos lejanos de timbales más allá del estanque. Apenas quedan argentinos que repartan flyers en los alrededores de Santa Ana. Ahora tienen al Pa

Por qué no puedo ser el Homero de este tiempo Oh Ulises iluso... Un poeta moderno se engancha a las wifis públicas y escribe en los McDonald's tirando de ofertas nunca cena nada fresco y los procesados alimentan su maltrecho ego con miles de calorías. El poeta moderno observa a las chicas rubensianas pedir otra whopper en las pantallas Y por la ventana ve a los ricos salir del gimnasio para ir a sus casas a un paso de la naturaleza. Al poeta moderno lo invitan sus amigos a íntimas barbacoas donde corretean los críos con sus pistolas de agua desafiando los postulados de la nueva crianza. El poeta moderno lo comparte todo pero no conoce nada. Familiares y conocidos le ceden sus contraseñas para que su soledad con series entretenga. Y con su hija al Roblox juega. El poeta moderno los contenedores observa para aprovechar los resíduos de la sociedad de consumo. Nada se posterga, todo sirve como las baratijas de las Tedi tiendas. El poeta moderno acompaña a su amigo todo-deportista a las