Hay quien infravalora a ciertos escritores argentinos,
denostándolos por ser lecturas de juventud, romanticismo para veinteañeros.
Una manera de hablar
un gusto musical
por el arte
la literatura
el cine
la dramaturgia.
Porteños y marplatenses que nos enseñaron a amar lo parisino, que aunque estuviera al lado,
con vecinos que nos despreciaban,
ellos supieron cómo deslumbrarnos.
Sí, éramos jóvenes y estábamos empezando.
Soñábamos con un trozo de vida bohemia en el dosmil primero.
Veinte Uno, como dicen ellos.
El Retiro era un escenario
aún no tomado por las hordas que degustan cafés caros.
Cowboys americanos, títeres argentinos, improbables poetas andaluces.
Madrid todavía valía la pena
no sabíamos que ya le quedaba poco.
De vez en cuando, se escuchan
ecos lejanos de timbales
más allá del estanque.
Apenas quedan argentinos que repartan flyers en los alrededores
de Santa Ana.
Ahora tienen al Papa, y a Dios Messi de su parte.
Entrarán en los BRICS
y por primera vez
su labia se acercará a la realidad.
No es lo mismo que te digan Ven
que Vení.
Pero acabaré yendo.
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