En esta ciudad
poblada de innaturales
lo usual es dormitar en un no-lugar;
un McDonald's, una nave industrial
reconvertida en parque de ocio infantil
Tanta obsesión por tener un cobijo propio donde morir solos,
cuando en una estación de autobuses
siempre hay un fulgor de gente.
Recuerdo el hospital,
otro no-lugar donde te sentías acompañado.
En la multinacional de hamburguesas
me tratan mejor que en la plaza (mercado) del barrio,
que ya solo frecuenta la gente de dinero.
Arrojamos a nuestros hijos al foso
para poder respirar durante un rato,
pero y si no quiero respirar,
y si mi única vida son ellos...
He visto a personas muy sociables
cambiar con la pandemia,
y justificar su concha de mar
de forma poco aceptable.
Ahora más que nunca,
la vida se ha hecho inhumana,
solo apta para la inteligencia artificial,
que remeda, que copia, que tampoco
nos mejora.
Comprendo la alta tasa de suicidios
a nivel mundial,
sin un propósito, sin una motivación
para salir de tanta hostilidad,
la vida no vale la pena.
Pessôa se creyó un genio para sí mismo
en aquella buhardilla de Lisboa.
Le faltó que le sonriera un niño.
Comentarios
Publicar un comentario