Un puño rojo de sangre alzado contra todos los rostros bien pensantes los vientres satisfechos incluso dentro de este círculo de sonrisas complacientes. Yo os aborrezco solo servís para adornaros con la vanidad del que pretende no ser excluido jamás. Prefiero el sabor salado de los ahogados en los lagos de la vida. Vosotros que hacéis de la duda existencial un sainete moderno cinismo para ser aceptado con los oropeles de un espejismo urbano. Para qué nacer, si mi destino va a ser profundamente dirigido obviamente controlado por la clase social donde tuvo el azar el capricho de tirar el dado. Prefiero saborear tu beso amargo.