Juan Manuel Santiago León / ARTE DISPERSO

Sin ti no hay origen de la vida sólo anillos y clavicémbalos y es verdad que suenan bonito pero sin tus espasmos ordinarios esta vida no merece ser vivida. Salgo a la calle y no conozco a nadie, con lo fácil que sería que nos fusilaran juntos al amanecer de un nuevo día. Me voy a ir de este mundo sin haberme reído contigo de las cosas más tontas e insípidas. Contigo nada duele contigo todo hace daño. Ahora comprendo por qué la gente se tira de las azoteas. No haberte conocido se hace granada de mano. No conozco otra forma de sentirme vivo que desear tocarte como un hipermercado. Sección de pescado y carnicería. Limpiar las vísceras para vaciarme y que te metas dentro de mí. Ser penetrado por un planeta; tu manera de ser. Quizá no hayas nacido quizá yo me esté muriendo.

Déjame vivir en una metáfora no puede ser tan malo el diluvio cuando a ti te gusta tanto la playa. Misiles Gorbachov, eran supositorios de amor nunca supíste entenderlo. Lágrimas de cocodrilo en el entierro de tu abuelo conociste el cariño de su cinto desde la más tierna infancia. Y cuando se traía a sus amigos jugábais a las alabanzas. El Señor no quiere que ellos te toquen. Pero bien que lo hacen no lo hacen bien. Te pusiste esa película al revés el súper-8 se convirtió en ocho amigos van al súper a meterse mano entre las latas de sardinas con tomate. Cómo pudíste llorar tanto si aún no has parado. Te queda un mar mediterráneo y tetas botando en el Pachá.