Juan Manuel Santiago León / ARTE DISPERSO

A estas alturas de mi vida, tengo más amigos o conocidos aquí que en la vida real. Por cierto, la vida real cada vez es menos real. Hablo por este medio con personas a las que no conozco en persona y que quizá nunca conozca, por la distancia y la pereza. Y esta debe ser ya la tónica habitual del nuevo siglo. ¿Querías Tónica Schweppes? Toma Bitter Kas del siglo XXI. ¿Y esto es malo? ¿Esto es más f also que una moneda de tres euros?. Es que el €uro en sí, ha llegado a ser bastante falso. Que se lo digan a los griegos, y quizá pronto a nosotros. ¿Por qué ese postureo tradicional acerca de que es mejor una conversación real tomando un café que el chat del FB?. ¿Quién tiene tiempo y ganas para comunicarse con otro ser corpóreo físico?. ¿Debe ser la virtualidad un sano complemento a la vida?. ¿Y desde cuándo lo complementario pasó a ser la corriente principal?. Hay un mundo anterior que ya no volverá, como las cabinas telefónicas en la calle.. Y nisiquiera estará ya en el Facebook. A ver, ¿

Hoy me siento escombrera, mañana central nuclear, pasado desguace de seiscientos, al otro, vertedero de resíduos tóxicos. El viernes, cementera, Sábado incineradora municipal y el domingo, central potabilizadora de aguas muertas. Lunes, vuelta a empezar; desfibrilador de infartados. Martes, canal de Isabel II medio privatizado, Miércoles, alcantarillado y saneamiento, Jueves, nave de almacenamiento de camiones propiedad de una mina a cielo abierto, Viernes, la fiesta de un vigilante de una obra en las afueras de Torrejón de Ardoz, Sábado otra vez, mezquita en un garaje de Tetuán. Domingo, polvete en el asiento de atrás de un Fiat Panda. Yo soy el Fiat Panda. Lunes, central térmica de Puertollano. Martes, puerto militar de Cartagena, nuevo vaciado de grava y cemento. Miércoles, jardineros enamorados del plan de empleo público del ayuntamiento de Arganda del Rey. Jueves, ola de calor que no acaba...

No me gusta la gente gregaria ni la que se da palmaditas en la espalda  esa que no sabe estar sola y que necesita adular para que las quieran. No me gusta la gente que busca ser popular a toda costa la que medra para ser comidilla y estar en todas las salsas. Me gusta la gente devorada por los acontecimientos la que se da puñetazos en la cara a la que siempre se le cagan las palomas. Este país está lleno de ruido, la gente no sabe estar en silencio quizá porque se notaría que a sí mismos no se aportan nada. Animales parlantes, gentuza de domingo, grey, masa, chusma, macacos de paso de cebra. Qué pena debe sentir la abeja que se siente reina en la colmena, con todos esos zánganos libando miel ignorantes, juzgando sin saber que hay otras colmenas iguales, y plantas y flores y un sol No me gusta la gente. Punto. Es tan difícil rozar con la punta de los dedos al otro que la sutil descarga eléctrica se pierde en el vacío.