La Puerta del Lost es un entorno irreverente. Te pueden sustraer la cartera tanto como contemplar a artistas callejeros sorprendentes, o incluso las dos cosas a la vez. El centro es la Ciudad Turista, pero no se puede pasar del café con leche famoso con esa mítica palmera de chocolate en el Viena Capellanes de la calle Arenal, aquella cafetería-pastelería que fundó la familia de Pío Baroja. Aunque las franquicias invadan cada esquina, y los bares de tapas se reconviertan en sitios castizos low cost para foráneos, a uno le siguen dando ganas de traerse la mecedora de casa e instalarla en un lado de la plaza, hasta que llegue la policía municipal y te pida la documentación, pensando que eres un miembro del 15M que quiere quedarse. Pero no, al no existir asientos de uso público y gratuito, llevarte tu propia silla es un acto revolucionario. Al comerciante no le interesa que te sientes, que descanses, que no consumas, y el gobernante apoya todo esto, pues cree que sólo el lucro privado beneficia al crecimiento económico de la ciudad. Pero ésta es un entorno vivo que quiere ser habitado por personas, por ciudadanos, y no sólo por consumidores. Las plazas se han convertido en lugares "políticos", entendiéndose como polis, gente que se relaciona en un sitio de reunión. Esto le da miedo a los políticos. Que se reúna la gente en un lugar para reivindicar, expresarse ó hablar de cualquier cosa y tema no controlada por el poder, les da pánico. Si celebras una victoria deportiva, si haces una performance lúdica tolerada porque no sea transgresora ni desafiante, si te manifiestas por un tema religioso, entonces si te ceden el espacio público. Casi todo el año, las plazas son privatizadas por las marcas y las grandes multinacionales. El hotel donde estaba el conocido rótulo del Tío Pepe, ahora está cubierto por una lona blanca, y en su interior, resuena noche y día, un estruendo horroroso. Allí estará el edificio de Apple. Steve Jobs, que en paz descanse, mirará de medio lado al oso y al madroño. Madrid se parece cada día más a Nueva York, y me explico : al igual que la urbe americana, cuando miras los callejones que salen de las avenidas principales, sólo ves mugre y vagabundos. Cada vez más.. La capital de España es el mejor ejemplo (el peor, quería decir) de los desastres provocados por la aplicación del ultraliberalismo.
*Campamento 15 M, año 2011
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