Todos los años, sea por obligación ó por casualidad, me encuentro con la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión en el Paseo de Recoletos de Madrid. Es un placer ver siempre los mismos libros, grabados, revistas, pósters, cómics y tebeos (no son lo mismo) de mi infancia y la de mi padre. En estos puestos regreso a los 80, con todas esas pequeñas editoriales de serie B, de frikadas políticas de la transición, de ciencias ocultas y esoterismo, manifiestos culturales olvidados, poemas mal encuadernados, recopilaciones de artículos en periódicos ya desaparecidos, etc.. Pero lo más interesante son las conversaciones entre clientes (los iniciados, no los aficionados como yo) y libreros. La charla transita entre el costumbrismo castizo y la especialización libresca. Los cazadores de curiosidades y de libros raros se atreven a adentrarse en el interior de la caseta, (frontera que pocas veces yo he transitado), rebuscan con avidez, y otros, más alelados ó con aviesas intenciones, se acercan demasiado, te empujan, parece que quieren subirse a tus hombros para divisar algún tomo de la Enciclopedia Salvat de Ciencias de la Patafísica. Madrid tiene eso, nunca sabes con qué tipo de fauna y flora te vas a encontrar. Y eso me gusta.
N o la conoces pero ella sabe tu nombre. Es de esas personas por las que muchos morirían o se matarían. No es sobrehumana tiene defectos pero deja una marca que cuesta borrar. Es una reina que no ejerce pero se encuentra con súbditos por todas partes. Practica una suerte de hipnosis o de sortilegio oculto palabras en un idioma que solo ella susurra en tu oído. Tranquiliza saber que esta alegría este sufrimiento es ampliamente compartido. Me he propuesto disfrutar de su presencia mientras dure el hechizo. Porque mañana no estará ni habrá posibilidad de conocer su paradero. Somos varios los que nos encontramos en un lugar secreto, y al decir un código que todos hemos pactado, deseamos que ella haga acto de presencia. Pero solo nos queda la leyenda. A D.
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