1 DE MAYO
Alucinando en Bangkok, por el jetlag y los olores de los mercadillos. Sin comer aún, solo parecemos turistas occidentales huyendo de los tuk tuk.
5 DE MAYO
Hoy la lluvia tropical dio un descanso al calor agobiante. Día de bus, templos antiguos de estilo camboyano y despedida en lancha del maravilloso paisaje en una isla del afluente Kwai. El servicio hostelero fuera de Bangkok es pésimo, no entienden inglés, son liantes y burocratizan en exceso la gestión más simple. Ven a los turistas como dispensadores de billetes. No están preparados para un turismo fuera del circuito sol y playa. O te vas de aventura y mochila por el sureste asiático, o te mueves a todo lujo personalizado, pero no recomiendo este tipo de circuitos masivos desquiciantes, en el que tienes que aguantar a los típicos grupitos de borregos españoles falsamente sociables. Eso sí, el budismo zen lo desarrollas. La comida tailandesa, mucho arroz y pique, y por el camino, te enseñan como una curiosidad, un menú de rata de campo de arroz a la parrilla. Lo mejor de hoy, un altar hinduísta con Doraemon como ofrenda.
He visto también a personas en cuclillas adorando un árbol en una maceta, y la cabeza de un buda sereno entre las raíces de un viejo árbol. Y ayer por la noche, el único momento realmente tranquilo, tirado en una hamaca junto a unos turistas chinos, contemplando el rio Kwai sin que nadie quisiera venderte nada. Estos budistas se rindieron ya al poder del dinero. Quien quiera encontrar aquí la iluminación, que se haga monje y nunca haga turismo.
6 DE MAYO
Paseo tranquilo por las ruinas de Sokhuthai, la antigua capital de Tailandia. Le regalo a un perro una golosina de tapioca. El can parece un buda. Después nos acompaña hasta el bus. Mas tarde, sesión de karaoke camboyano. Impagable coreografía del coro femenino. A orillas de un gran lago, he comido quisquillas vivas y gusanos fritos. No es para tanto. Chuches..
7 DE MAYO
Parece que llevo un mes por Tailandia, aunque sólo hace una semana. Hoy hemos ido al Triángulo de Oro, frontera natural del río Mekong entre Tailandia, Laos y Birmania. Había un templo hinduista-budista que parecía una falla. España queda muy lejos. Por un lado, me apetece volver. Por otro, sabiendo lo que me espera, no tanto. Ayer, en las ruinas de Sukhothai, budas gigantes de piedra y perros tranquilos. Serenidad y tiempo lento. Por la noche, tormenta casi monzónica que nos dejó duchados para todo el día. En todos lados, mercadillos. De madrugada, un pequeño temblor de tierra. Me quedaría viajando siempre..
Un lapsus consciente. No comenté que también visitamos los poblados-mercadillo de supuestos nativos, en realidad niños pedigüeños y vendedores de pulseras, maleados por los turistas acongojados por la presunta pobreza y sus bonitas caras orientales. Al lado, iglesias evangélicas y bonitas casas de madera de teca junto a cabañas de paja fabricadas para los extranjeros. Todo es oficio y patraña..Después, el museo del opio y las charlas políticas del guía Thong, que entre risas contaba que él era rojo y que llevó a turistas españoles a contemplar el ultimo golpe de estado. Thong siempre sabe cual es el mejor sitio para hacer fotos, incluidos los tanques. Es un país que no se toma en serio, envidiable. Ya lo sabéis, todo es una ilusión. Te podrá pasar de todo, pero no será verdad.
10 DE MAYO
Campamento de elefantes y minituristas chinos en Chiang Mai, norte de Tailandia. Los recién casados españoles son terribles, peores que los japos.
El piloto de elefantes era del barça. Tailandia vive del turista tonto. Me voy hoy del país con la sensación de haberlo intuido tan solo.
Regatear en un pais barato, donde sólo eres turista consumidor de mercadillos. No vine a eso y solo hice eso. Bai bai.
11 DE MAYO
Más de 600 fotos, regalos de mercadillo, moreno abisal y sentimientos encontrados. Madrid me ha parecido semivacío, limpio y rápido. Sin calor, sin contaminación, sin templos en cada esquina. Los coches corren demasiado aunque con orden. Me he fijado en un cartel del metro que anunciaba el menú de un restaurante chino. Y he notado cierta nostalgia. Asia hay que vivirla, aunque te quieras morir los primeros días. Ayer, en Chiang Mai, una especie de pequeño Bangkok del norte, recorrimos a pie el centro histórico. Nos sentimos mochileros, lejos del grupo de borregos españoles, buscándonos la vida entre el calor mortal, el humo del tráfico, las aceras en obras y los múltiples intentos de estafa al turista occidental. Todos los taxistas tailandeses que te preguntaban "Where are you from?" tenían un primo en Valencia y les encantaba la paella. Los templos del camino eran el único refugio gratuito, público y tranquilo para unos pies cansados. Budas humildes, otros barrocos, los edificios que componen el templo budista son lo más parecido a la plaza pública. Allí tienen los niños de familias pobres una escuela, un crematorio y las estupas donde yacen las cenizas de los monjes, además de escuelas de masaje tailandés, centros de reunión, etc.. Los cafés, los hoteles y los restaurantes superan los estándares europeos. El aire acondicionado es del Polo Norte. Sales de la burbuja perfecta creada para occidentales, y te topas con el cáos de la realidad, la calle te recibe con una bofetada de infierno, con conductores de tuk tuk que te silban, te cantan, te gesticulan y te tocan la bocina a tu paso. Y más tarde, en el único templo donde cobraban 20 bahts a los farang (extranjeros), otro chaval me preguntó Where are you from?, para al momento enseñarme una libreta con una texto garabateado en español por un tipo de Madrid. Le dije con una sonrisa : -Thank you, we don´t need a taxi. Antes de comer, nos regalamos una sesión de masaje thai por 200 bahts en un lugar que nos ofrecía ciertas garantías. Por ese precio, te los dan en la calle o en locales cutres donde no te garantizan la profesionalidad, por muy thais que sean las masajistas. En este caso, la masajista hizo lo que pudo para sacarme la tensión del cuello y la espalda. Al finalizar, mientras nos tomábamos un té de flores, leímos las críticas positivas que otros viajeros habían escrito en pequeñas notas que habían colgado de la pared. Halagos en inglés, alemán, español, euskera, francés, etc.. de fatigados viajeros y turistas que por fín habían encontrado lo que buscaban, alivio y buen trato..
Esta madrugada, al recoger las maletas en el aeropuerto, frías, hipócritas y desangeladas despedidas con algunos de los compatriotas, compañeros de autobús y paquete turístico. -Ya nos pondremos en contacto por email ó por mensaje de móvil.. (entiéndase wassup por quien los use). Lo curioso era que nadie nos había pedido nuestras direcciones de email ni nos las había ofrecido. Se penaliza al verso suelto, al que va por libre, al que no se mezcla ni quiere ir de la manita como borregos de compras por mercadillos o de cenas. Pero todo debe parecer perfecto, guay, de buen rollo. Sonrisas profiden, conversaciones estúpidas y falsa familiaridad. Así son los españoles. Juro que no los entiendo. Debo ser un "farang"..
*Fotografías de Anà.Is
Alucinando en Bangkok, por el jetlag y los olores de los mercadillos. Sin comer aún, solo parecemos turistas occidentales huyendo de los tuk tuk.
5 DE MAYO
Hoy la lluvia tropical dio un descanso al calor agobiante. Día de bus, templos antiguos de estilo camboyano y despedida en lancha del maravilloso paisaje en una isla del afluente Kwai. El servicio hostelero fuera de Bangkok es pésimo, no entienden inglés, son liantes y burocratizan en exceso la gestión más simple. Ven a los turistas como dispensadores de billetes. No están preparados para un turismo fuera del circuito sol y playa. O te vas de aventura y mochila por el sureste asiático, o te mueves a todo lujo personalizado, pero no recomiendo este tipo de circuitos masivos desquiciantes, en el que tienes que aguantar a los típicos grupitos de borregos españoles falsamente sociables. Eso sí, el budismo zen lo desarrollas. La comida tailandesa, mucho arroz y pique, y por el camino, te enseñan como una curiosidad, un menú de rata de campo de arroz a la parrilla. Lo mejor de hoy, un altar hinduísta con Doraemon como ofrenda.
He visto también a personas en cuclillas adorando un árbol en una maceta, y la cabeza de un buda sereno entre las raíces de un viejo árbol. Y ayer por la noche, el único momento realmente tranquilo, tirado en una hamaca junto a unos turistas chinos, contemplando el rio Kwai sin que nadie quisiera venderte nada. Estos budistas se rindieron ya al poder del dinero. Quien quiera encontrar aquí la iluminación, que se haga monje y nunca haga turismo.
6 DE MAYO
Paseo tranquilo por las ruinas de Sokhuthai, la antigua capital de Tailandia. Le regalo a un perro una golosina de tapioca. El can parece un buda. Después nos acompaña hasta el bus. Mas tarde, sesión de karaoke camboyano. Impagable coreografía del coro femenino. A orillas de un gran lago, he comido quisquillas vivas y gusanos fritos. No es para tanto. Chuches..
7 DE MAYO
Parece que llevo un mes por Tailandia, aunque sólo hace una semana. Hoy hemos ido al Triángulo de Oro, frontera natural del río Mekong entre Tailandia, Laos y Birmania. Había un templo hinduista-budista que parecía una falla. España queda muy lejos. Por un lado, me apetece volver. Por otro, sabiendo lo que me espera, no tanto. Ayer, en las ruinas de Sukhothai, budas gigantes de piedra y perros tranquilos. Serenidad y tiempo lento. Por la noche, tormenta casi monzónica que nos dejó duchados para todo el día. En todos lados, mercadillos. De madrugada, un pequeño temblor de tierra. Me quedaría viajando siempre..
Un lapsus consciente. No comenté que también visitamos los poblados-mercadillo de supuestos nativos, en realidad niños pedigüeños y vendedores de pulseras, maleados por los turistas acongojados por la presunta pobreza y sus bonitas caras orientales. Al lado, iglesias evangélicas y bonitas casas de madera de teca junto a cabañas de paja fabricadas para los extranjeros. Todo es oficio y patraña..Después, el museo del opio y las charlas políticas del guía Thong, que entre risas contaba que él era rojo y que llevó a turistas españoles a contemplar el ultimo golpe de estado. Thong siempre sabe cual es el mejor sitio para hacer fotos, incluidos los tanques. Es un país que no se toma en serio, envidiable. Ya lo sabéis, todo es una ilusión. Te podrá pasar de todo, pero no será verdad.
10 DE MAYO
Campamento de elefantes y minituristas chinos en Chiang Mai, norte de Tailandia. Los recién casados españoles son terribles, peores que los japos.
El piloto de elefantes era del barça. Tailandia vive del turista tonto. Me voy hoy del país con la sensación de haberlo intuido tan solo.
Regatear en un pais barato, donde sólo eres turista consumidor de mercadillos. No vine a eso y solo hice eso. Bai bai.
11 DE MAYO
Más de 600 fotos, regalos de mercadillo, moreno abisal y sentimientos encontrados. Madrid me ha parecido semivacío, limpio y rápido. Sin calor, sin contaminación, sin templos en cada esquina. Los coches corren demasiado aunque con orden. Me he fijado en un cartel del metro que anunciaba el menú de un restaurante chino. Y he notado cierta nostalgia. Asia hay que vivirla, aunque te quieras morir los primeros días. Ayer, en Chiang Mai, una especie de pequeño Bangkok del norte, recorrimos a pie el centro histórico. Nos sentimos mochileros, lejos del grupo de borregos españoles, buscándonos la vida entre el calor mortal, el humo del tráfico, las aceras en obras y los múltiples intentos de estafa al turista occidental. Todos los taxistas tailandeses que te preguntaban "Where are you from?" tenían un primo en Valencia y les encantaba la paella. Los templos del camino eran el único refugio gratuito, público y tranquilo para unos pies cansados. Budas humildes, otros barrocos, los edificios que componen el templo budista son lo más parecido a la plaza pública. Allí tienen los niños de familias pobres una escuela, un crematorio y las estupas donde yacen las cenizas de los monjes, además de escuelas de masaje tailandés, centros de reunión, etc.. Los cafés, los hoteles y los restaurantes superan los estándares europeos. El aire acondicionado es del Polo Norte. Sales de la burbuja perfecta creada para occidentales, y te topas con el cáos de la realidad, la calle te recibe con una bofetada de infierno, con conductores de tuk tuk que te silban, te cantan, te gesticulan y te tocan la bocina a tu paso. Y más tarde, en el único templo donde cobraban 20 bahts a los farang (extranjeros), otro chaval me preguntó Where are you from?, para al momento enseñarme una libreta con una texto garabateado en español por un tipo de Madrid. Le dije con una sonrisa : -Thank you, we don´t need a taxi. Antes de comer, nos regalamos una sesión de masaje thai por 200 bahts en un lugar que nos ofrecía ciertas garantías. Por ese precio, te los dan en la calle o en locales cutres donde no te garantizan la profesionalidad, por muy thais que sean las masajistas. En este caso, la masajista hizo lo que pudo para sacarme la tensión del cuello y la espalda. Al finalizar, mientras nos tomábamos un té de flores, leímos las críticas positivas que otros viajeros habían escrito en pequeñas notas que habían colgado de la pared. Halagos en inglés, alemán, español, euskera, francés, etc.. de fatigados viajeros y turistas que por fín habían encontrado lo que buscaban, alivio y buen trato..
Esta madrugada, al recoger las maletas en el aeropuerto, frías, hipócritas y desangeladas despedidas con algunos de los compatriotas, compañeros de autobús y paquete turístico. -Ya nos pondremos en contacto por email ó por mensaje de móvil.. (entiéndase wassup por quien los use). Lo curioso era que nadie nos había pedido nuestras direcciones de email ni nos las había ofrecido. Se penaliza al verso suelto, al que va por libre, al que no se mezcla ni quiere ir de la manita como borregos de compras por mercadillos o de cenas. Pero todo debe parecer perfecto, guay, de buen rollo. Sonrisas profiden, conversaciones estúpidas y falsa familiaridad. Así son los españoles. Juro que no los entiendo. Debo ser un "farang"..
*Fotografías de Anà.Is
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