Llevábamos siglos sin escribirnos. Fue notable tu afán de enmudecer a destiempo. Si hay mujeres que te escriben a su vez, cuéntame qué te cuentan, aunque no me importe. Hombres somos muchos y a veces para nada. Si te escriben mujeres,..
Confía, empieza a hacerlo. Casi sin conocerse, unos compañeros de clase comenzaron a charlar con brutal sinceridad :
- Tú me gustas, tú no y éste es el por qué.
Sí, el desnudo gratuíto. Qué miedo. Qué envidia.
Pero con el nombre de varias ideas no quise extralimitarme. Nunca las palabras que he dicho se silenciarán tanto. Les mentí a todos. No eran sus vidas mi problema, así que añadí más fuego simplemente. No fue la hermana de mi amigo, la siguiente tía que regresó al barrio. Yo, como buen goloso, probé todos los guisos y marché después a su cama. Fantasmón. En la ciudad, el verano nos ralentiza y nos hace desear que ellas vuelvan en otra estación de trenes menos retrasados.
Los rascacielos y los penes se parecen porque sí, por cuestión de constructores o ganas. Y yo qué sé. Asunción, no me preguntes. Aún su hermano, un discjockey, me pone lo que le pido en la discoteca. Y Asunción me dió calabazas. Me acuerdo de ella las noches que estoy acompañado por anglosajonas. Aunque sean rubias y tú seas morena.
Espero no verte bailar sevillanas delante de mi casa, ahora que soy el gran capo. Ya enseñaré a tus hijas a jugar al fútbol en mi finca de las afueras de Toledo.
Un tipo gordo habla en la radio. ¿Cómo está el tiempo?, ¿te gusta el gobierno?. Preguntas que no me hacen pensar. Quiero buscar una palabra que te defina y no la encuentro. Sigo en el llano de cemento, parado en medio de las canastas, sin tirar. Desde un balcón, un fraile me vigila y otro recoge excrementos de murciélago como abono para las plantas. Asunción, llama a este número cuando me haya muerto. Un ex-compañero de clase aporrea un piano a lo lejos. Nos haremos una orla, foto comunal para colocar encima del tocador de nuestras mujeres. En la feria encontré pocas amigas que quisieran subir conmigo a la noria y tirarse desde arriba. No hacen caso del dolor punzante en la sién derecha. ¿O era en la izquierda?. ¿Recuerdas, amiga mía, a la chica despistada que encontró a la profesora de inglés tirada en la calle como una vagabunda?. Creo que se perdió poco tiempo después en Portugal. Estoy despilfarrando recuerdos.
Echo mano de las novelillas baratas para aprender a escribir historias. Tengo que pensar en el no va más de la acción, el sexo y el destripamiento. Es una pena que solo se mame talento una vez, y que tenga que ser de tu madre. No sé si acabaré justo a tiempo, si me pasaré de líneas o si me faltarán palabras. No lo sé. Poco queda, sonará el reloj y me iré pitando, sin remordimientos. Me voy, espera...
Si en estos tiempos, el hombre ha perdido su dignidad, entonces, ¿para qué con palabras recuperarla?. Cajas de bombones en estanterías. A mi lado, la representante de la nueva generación de idiotas. Yo no quiero ir al albergue de la esperanza. ¿Quién es el ingénuo que habla?. Me leo gustoso de olvidarme.
Me van a descubrir haciendo pasillos en los volcanes apagados de la Luna. Sonríes cuando crees que los tibios miembros de tu cuerpo saben a carne salada. Podría confundir, en el idioma que siento, habibi por amada. Ha habido tardes calmadas, en las que yo soñaba agarrado a tus párpados de oveja. Queriéndome en moteles de Marruecos, escribiendo poesía para seducirte de nuevo, y todo en vano. Como un niño emborricado, incongruente, que espurrutea a su abuela y llora en las despedidas.
Milagros, no sé, todo es tan simple como comer cuando se tiene ganas o dejarlo cuando no se está por la labor. Todo es tan fácil como rozar mi pie contra el tuyo, como dispararse en la cara delante del mar. Suena efectista. Olvídalo. Metí la cabeza en la fuente, qué fría estaba el agua pero merecía la pena. Tú arriba contando tus rosas mientras yo pillaba un resfriado de los que pasan a la historia. Te las compré por la mañana. Te pones una en el pelo. ¿O fue un clavelito?. La verdad, la única, es que estabas preciosa. Había días que no me gustabas y otros que sí. Ahora, como soy un desgraciado, ¿qué me importa obsesionarme contigo?. Son sabios los fandangos. Lo dicen todo, y qué bien lo dicen. Dijiste algo amable. Me pegaste una colleja en la cabeza. Por no ser caballero. Eras una feminista protestona, pero un detalle era un detalle, chavala.
Las palabras me hacen estrellarme. En el cine, observabas como disfrutaba. Contigo, joder a los enemigos no sería duro. En tu moto, por las avenidas desiertas, a 75 por hora, veía las luces del centro aparecer y desvanecerse en segundos. No vuelvas.
La bóveda de la iglesia se va cubriendo de flores. Yo le doy a una mujer que no es Milagros, dos besos en la cara y escondo las mejillas en su boca pintada de rojo para variar. De espaldas y sin afeitar, soy otro. Las cosas se ven distintas. Podría decir lo que no quiero y también lo que me apetece. No lo hago porque el momento es mío y de nadie más. Si lo quieres, métete en él sin asustarme, vagabundea con pocas cosas materiales. Humildad de dioses. La simpleza es una bendición. No me mandes a tomar viento.
La ropa me huele a humo y a frustración. Pensaba que lo malo, únicamente le pasaba a los demás.
Los exhibicionistas no se salvan. Trago saliva. Atraparé con guantes de barro lo que ya nadie espera. Creer en la magia a mi pesar. No me exijáis demasiado.
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