Cuando salía del metro esta tarde-noche, he pensado, quizá como retorcido consuelo, que si existiera de verdad la Reencarnación de las Almas, mi vida ahora en esta época, sería o un premio o un descanso, pues aunque el trabajo sea duro y poco gratificante, no se puede comparar una existencia aburrida y gris en el primer mundo, cómodo y seguro, con mil ciento una vidas anteriores llenas de penalidades, hambre, guerra y muerte. Posiblemente alguna sería placentera, pero como no es posible acordarse de ninguna de ellas, ¿qué más me da?. Entre un ramillete abierto de ficciones posibles, elijo la que mejor me plazca.
N o la conoces pero ella sabe tu nombre. Es de esas personas por las que muchos morirían o se matarían. No es sobrehumana tiene defectos pero deja una marca que cuesta borrar. Es una reina que no ejerce pero se encuentra con súbditos por todas partes. Practica una suerte de hipnosis o de sortilegio oculto palabras en un idioma que solo ella susurra en tu oído. Tranquiliza saber que esta alegría este sufrimiento es ampliamente compartido. Me he propuesto disfrutar de su presencia mientras dure el hechizo. Porque mañana no estará ni habrá posibilidad de conocer su paradero. Somos varios los que nos encontramos en un lugar secreto, y al decir un código que todos hemos pactado, deseamos que ella haga acto de presencia. Pero solo nos queda la leyenda. A D.
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