Ayer estuve buscando una iglesia
Para poder mostrar mi agradecimiento,
Buscaba un rincón pequeño, recogido, oscuro,
Para hablar de tú a tú con dios o conmigo mismo.
Pero en todos aquellos edificios del barrio rico,
Había misas, oficios, ceremonias iluminadas,
Con gente que miraba las puertas
A quien entraba, a quien se marchaba
Y curas sermoneando,
Implacables, derrochando ideología.
Pero yo sólo quería un rinconcito íntimo, humilde,
Humano, con alguna vela que encender
Porque es la manera que me enseñó mi madre,
Una forma de sometimiento a lo eterno, al absoluto
De decirle a Aquello –Estoy sometido a tu voluntad,
Haz conmigo lo que quieras, no merezco tu gracia..
No encontré lo que buscaba,
Pero mientras me duchaba, desnudo por fuera y por dentro,
Le di gracias sincero
Como uno sólo puede hacerlo a su propio Padre.
Pero hoy saldré de nuevo a la calle a buscar una cueva
Y sé que encontraré cobijo, de alguna manera, donde ni el viento
Ni el frío se atreverán a entrar.
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