Se ha cumplido un sueño. Pude asistir el domingo 15 de Enero a un concierto de Amancio Prada en el Teatro Albéniz de Madrid, donde repasó todos aquellos poemas cantados de su discografía y algo más.
Y ese algo más fue sublime y mágico.
Este hombre hace crecer una canción prácticamente de la nada y te envuelve hasta el infinito. Pero fue en la propina, en el bis del final donde todo estalló.
Amancio Prada entonó a capella un romance que nos puso la piel de gallina, e hizo sollozar a muchos, interpretándolo con sus gestos, como un declamador medieval.
Y para terminar el concierto, le entregaron una zanfona, instrumento mítico de la tribu castellano-leonesa, y cantó, cantó, cantó. Silencio absoluto del público, como si asistieramos al parto de una nova, o miráramos una estrella fugaz. De esos momentos en los que no quieres despertar nunca. Bellos, únicos.
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