Es curiosa,la idiosincrasia de las empresas, el paisanaje que lo compone. Hoy me he ido por primera vez a comer solo a un parque cercano al trabajo, en el barrio de begoña, huyendo de conversaciones intrascendentes y gente falsa, y he reflexionado acerca de por qué no suelo conectar con la gente con la que me toca trabajar, con dignísimas y extraordinarias excepciones como la tuya. No me machaco pensando que sea exclusivamente culpa mía, aunque siempre dejo un resquicio a la autocrítica. en este caso, necesitaba huir de la obligación permanente de comer y tomar café con la misma persona, que durante dos semanas, a modo de comité de bienvenida, me aceptó en su grupo de veteranos. Pero parece que de algún modo, nos comunicábamos mentalmente, y las circunstancias ayudaron a mi total libertad, solitaria tal vez, pero aguantable, ya que tengo que soportar una hora y media de obligado ocio hasta comenzar el turno de tarde.
Entonces, he contemplado a mi alrededor, en el parque, a empleados, solitarios como yo, que comían de sus tarteritas viandas frías, sentado cada uno en su banco, debajo de su árbol individualista, mientras las chicas charlaban de dos en dos o de tres en tres, ya sabes que las mujeres son monstruosamente más sociables, hipócritamente gregarias, comentaristas de la moda, insufriblemente observadoras, trepanadotas de vidas ajenas, de comportamientos ajenos..etc..
Prefiero a mis congéneres masculinos, solitarios y poco comunicativos, que va a lo suyo, y eso me parece tan europeo, tan en boga allende los Pirineos.
Tendría que haber seguido el llamado del corazón cuando me indicó el camino a seguir :
Ser limpiador de parkings, o repartidor de la mensajería en las empresas, o conserje, y no tener la continua suerte de trabajar en plataformas con demasiada gente, preguntándome qué es lo nuevo que debo aprender ahora sobre la condición humana y laboral que no haya aprendido antes. Quizá todo esto sea culpa mía, pero a estas alturas, me importa un bledo.
We shall overcome
Entonces, he contemplado a mi alrededor, en el parque, a empleados, solitarios como yo, que comían de sus tarteritas viandas frías, sentado cada uno en su banco, debajo de su árbol individualista, mientras las chicas charlaban de dos en dos o de tres en tres, ya sabes que las mujeres son monstruosamente más sociables, hipócritamente gregarias, comentaristas de la moda, insufriblemente observadoras, trepanadotas de vidas ajenas, de comportamientos ajenos..etc..
Prefiero a mis congéneres masculinos, solitarios y poco comunicativos, que va a lo suyo, y eso me parece tan europeo, tan en boga allende los Pirineos.
Tendría que haber seguido el llamado del corazón cuando me indicó el camino a seguir :
Ser limpiador de parkings, o repartidor de la mensajería en las empresas, o conserje, y no tener la continua suerte de trabajar en plataformas con demasiada gente, preguntándome qué es lo nuevo que debo aprender ahora sobre la condición humana y laboral que no haya aprendido antes. Quizá todo esto sea culpa mía, pero a estas alturas, me importa un bledo.
We shall overcome
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