Hace tiempo que no participo en la escena poética de Villa Badorco (Córdoba). Pasé de soslayo a finales de los 90, de la mano de Esperanza Mir y sus recitales de jóvenes poetas de filosofía y Letras en el pub Can Can, los jueves por la tarde-noche. Hace poco, en una de mis escasas visitas a aquella ciudad, me encontré con una conocida que participó conmigo en una asociación de teatro, el Colectivo Atrezzo, Ángela se llama ella, y me dijo como estaba el patio hoy en día en Córdoba en lo que se refiere a tribus de poetas. Por lo que parece, hay diferentes bandos enfrentados. Los de La Bella Varsovia, con Elena Medel al frente, y todos los demás, que despotrican contra aquel. A Elena Medel la vi con su gente tomando unas cervezas en el Jazz Café una noche de Navidad, y por el aspecto de ella y el resto de jóvenes snobs veinteañeros que vi entrar, lo único que ha cambiado con respecto a la escena poética de los años 90, es que ahora se gastan más en ropa y peinados indies.
A pagó el teléfono para que ningún conocido le volviera a recordar que la mejor película era El Padrino, o El Resplandor, o 2001. Fuegos fatuos. La mejor película era aquella en super-8 en la que salía su abuelo. Un clásico inolvidable aquella cinta VHS alquilada por 1 euro en La Fuensanta. Su hermano saliendo de casa a horas extrañas para traer una peli de serie b casi inencontrable. Disfrutarla juntos y después comentarla. No quiero a Stanley Kubrick hurgando en mi cabeza. Las películas que me gustan me las grabo yo de la tele. Cuánto más raras, más familia. Señor, llévame a Barsoon pronto...
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