
Alan Moore ha llevado a cabo lo que comenzó siendo un ejercicio de nostalgia y ha terminado siendo una apasionante investigación al mundo de aquellos cómics que el servicio secreto inglés hizo desaparecer.
¿Existieron (y existen) realmente Louis Grandell (Zarpa de Acero), Tim Kelly y su ojo de Zoltec o Laszlo Gogra y su simio robot gigante?.
¿Firmaron todos los autores de la editorial que sacaba aquellas revistas un acuerdo de silencio con el gobierno inglés? ¿Sobrevivió Margaret Thatcher a aquella explosión del año 84 porqué estaba en otra planta del edificio como afirmaron los medios o tenía ya en su poder el protector ojo de Zoltec?
Los más jóvenes súbditos ingleses parecen haber olvidado la tradición de monstruosidad británica, desde el Doctor Jeckyll al hombre elefante y Jack el Destripador, pero sigue ahí, detrás de una cortina, esperando. Quizás formando una secreta liga de hombres extraordinarios o agazapados en los sótanos del profesor Quatermass. Es cuestión de tiempo que el absurdo y las pistolas de rayos de la muerte salgan a las calles de nuevo.
Desde Dentro del laberinto hasta Doctor who 2005, qué buenos ratos nos ha hecho pasar la fantaciencia británica, imaginativa y cruel.
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