El cigarrillo de después
mata menos
que el pitillo de antes
de entrar a currar
de coger el autobús
de consolar la soledad.
El joint de entremedias
es más sano
que el porro
en la puerta del club
que la colilla
semiacabada
en el callejón de la cocina
clandestina
como el que sale
en las pelis neoyorquinas.
A un muerto no le pones
un Marlboro en los labios
como mucho un Ducados.
Tu padre fallecido
no era ese murciélago
en el patio de los Franciscanos
abatido por los muchachos
fumador obligado
putada animalesca
en los lejanos ochenta.
Semidesnudos en la piscina
burguesa
viejos que se resisten a arrugarse
fantasías eróticas que chorrean
por la piel
como aceites solares
que atraen el cáncer.
Comentarios
Publicar un comentario