GORDA
Creo que sucedió cuando repetí segundo de Bup; me sentaron junto a una chica algo obesa, maquillada como una puerta y vestida como una señora mayor. Al principio nos llevamos bien, ya he contado que tenía buena mano como amigo de las mujeres. Ella era hija de un militar de alto rango que vivía en una casa-cuartel muy cerca de mi barrio. Sus maneras eran autoritarias. Recuerdo que nuestra (también cuestionable) amistad terminó en el momento en el que ella se sintió humillada por un comentario que hice en público, y que la implicaba. No, no la llamé gorda.
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