Como un gato en un arenero
o esos primos que no reconocemos.
En la perfumería
la chica hace un mohín del montón
porque el mejor perfume del mercado
hiede a cadáver de perro.
No se cuele, señora, en la cola de la carnicería.
Todos sabemos desde hace años que tu hijo es maricón.
Sonreímos con los dientes podridos
y vamos armados porque no nos fiamos de nadie.
Te marcharás como si no se te hubiese perdido nada.
Rastrojo y mierda. Berenice y lupanar.
Me llaman antiguos enemigos que abusan de mi tiempo,
ya viejos, olvidados, sin cariño.
Laberinto de callejuelas, patio encalado
viejas viejas viejas.
Te irás y se perderá tu voz.
Porque nada cuenta.
Comentarios
Publicar un comentario