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La poesía como enfermedad del alma

MADRE TIERRA

Díme si estarás ahí esperándome
en el mundo del mañana.
Porque no te veo crecer las tenazas cibernéticas
ni se me ha incrementado la inteligencia artificial.
Me temo que en el casco de vikingo
me pondrán otro par de cuernos
y acabaré regresando al culto de Hécate.
Díme a qué huele esta hierba sagrada
y si tu dios te susurra al oído
cuando estás a punto del orgasmo.
No, ya sé que no eres la Virgen María,
pero miénteme otra vez antes de ser lapidada.
Esa vida que crece en tu interior
y que yo te he dado sin ser consciente
será la que cave nuestro agujero.
Galerías subterráneas construidas
por nosotras las lombrices del futuro.
Cavidades y pliegues en la carne de la Diosa.
A Ella no la humilla la celulitis ni las arrugas
en sus manos largas.
El Océano se cuela en la Cueva
donde pintamos bisontes y tigres diente de sable.
En las conchas del mar habitan los que cultivarán la tierra.
Cuando bailas con otras mujeres desnudas en el Círculo de Brujas
sintiéndote poderosa, unida al planeta y al Coño
que vendrían a ser lo mismo para mi Pueblo,
siento deseos de salir huyendo
y rechazar el mandato de ungir la Belleza.
Ponerme la capucha y vestir de negro
retirarme del Mundo y esconder mi Sexo.
Cohetes surcan el Cielo
Satélites que buscan el Cosmos
El alivio que dará abandonar este planeta.
Eva, Adán y un Robot melancólico.

Las valquirias

Derrotado por ráfagas, me propongo
me propongo me propongo
como gato panzabajo
en un solar de mi pueblo
alimentado por voluntarios
y alguna abuela compasiva.
En la tapia todavía se ven los agujeros
mete el dedo mete el dedo
lame un poco la cal viva
y a la Manuela
agárrale bien las tetas.
Me propongo me propongo
como borracho esqueleto
y jeque tunecino de visita
en las cortinas veraniegas.
Qué guapo era ese niño de joven
y fíjate ahora qué mayor...
Cómo nos estropean las valquirias.

Recuerdos de juventud

En la quinta planta ahora vive alguien
no parecen fantasmas
ni aquella mujer asesinada que apareció
en el Interviú.
Han pasado demasiados años
tu amistad la recuerdo ahora
como de película,
imposible, improbable, de otra persona.
Siento el arrebato de subir a tu casa
y llamarte,
como en tantos sueños dormidos
que se repetían antaño.
Pero posiblemente habrás hecho bien
vendiendo aquella casa y pasando página.
Esta ciudad ya no me pertenece
ni tampoco la memoria de los lugares,
las plazas, las calles de mis padres,
solo como turista al que se le permite
disfrutar de lo aparente,
pero que se lleva a su casa lejana
las heridas de sus antepasados.
Cuando vendamos la casa
por fin no quedará nada.
Un desvaído susurro que te despierta
entre los sudores del lecho de muerte.

Patio de las Margaritas

Ya no soy joven
ni rico
ni moderno
solo puedo buscar descendencia
en esta ceniza
y los cuerpos que antes deseaba
se los han ganado otros.
Resido en los límites de la sociedad de consumo
en la esquina donde anhelamos pesetas.
Canta el canario de mi abuela.
Ahora los pisos no valen nada
la gente regala sus hipotecas.
¿Cuánto durará el teatro?
¡¡Todos a bordo!!
¡La función continúa todavía!
Vivir es caro en esta parte del mundo.
Maniquíes maquillados con cremas de marca.


DECADENCIA DE OCCIDENTE
Videos de gatos
y porno estilizado
para no dejarse morir
en una noche lúgubre de sábado.
Presentarse en el centro
con un cóctel molotov apagado.
Pensar si alistarme en una guerra lejana
para que mi muerte la decidan otros.
Darle un húmedo morreo
a la presidenta de mi gobierno.
Buscar la pista de baile más cercana
y una iglesia que cierre como un after.
Body milk de aceite de argán y ambientador con olor a Zen.
Buscarla para invitarla a un baño de espuma.
Traer a una familia de refugiados a una habitación vacía.
Que se llene la ciénaga de una grata alegría.



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