Recuerdo que en Hamburgo, en una zona de foodtrucks, me sorprendió escuchar a una pareja mexicana hablar en perfecto alemán con uno de los que vendían hambuguesas, y que me miraban con cierto aire de superioridad cuando le hablaba con mi inglés español al mismo cocinero germano, que me juzgaba menos severamente que nuestros hermanos hispanoamericanos. Me acuerdo con cariño de que casi por primera vez, dejé de lado nuestro mítico sentido de inferioridad, y me comporté con naturalidad, hablando con italianos, alemanas y gritando en español cuando me daba la gana. Si los ingleses y alemanes son ellos mismos en las costas españolas, ¿por qué nosotros tenemos que cortarnos cuando vamos al extranjero?. ¿Es que nuestro idioma y carácter se merece menos?. ¿Es que asumimos en cierta forma nuestra inferioridad cultural y económica?. Usa tu inglés nivel medio sin miedo, ese que tenemos la mayoría de españoles de 35 años en adelante.
Hoy, querido amigo, deberíamos olvidarnos de todo para así darnos la mano tranquilos. Recuerda esos momentos en la muralla embriagados en nuestras confidencias parecían palabras de otro tiempo mas cuanto daño nos hicieron. Si sólo nos unía la mala suerte ¿por qué la convertimos en pose de fracaso?. Otros confundían nuestros nombres alguien nos dijo que simulábamos ser hermanos en la lejanía todo se confunde todo debería ser perdonado. Nunca volverá ser lo mismo, lo sé la vida parece tener otros propósitos ajenos a antiguas aventuras. En el relativismo que a veces odio se encuentra la perfecta excusa para alejarse e instalarse en el eterno desencanto. Las películas que ahora se ven en la soledad de un cine vacío ya no nos dicen lo mismo aunque las estrellas sean las de siempre sus rostros parecen haber cambiado. Somos mejores cuando escribimos torcido somos mejores cuando fotografiamos espectros. Los insultados han creado un mundo más habitable. Pero la sinceridad se vende caro cuando l
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