Comienzan los disturbios,
pero esto no es París.
No hay chicas guapas que te brinden un adoquín
ni tu tío el moderno está rodando con un tomavistas.
Ni siquiera sabes por qué estás tirando piedras contra
los escaparates la policía tus padres a mí que te estoy mirando.
Estás cansado. Esta vida no es ni la centésima parte de lo que habías soñado.
Y de la mano no tienes a nadie.
Así que.., te dices, voy a tirar un adoquín
un ladrillo una roca un contenedor
de todas formas, ya no tengo nada que perder.
Esta no es la vida que me habían prometido.
No tengo más ganas de luchar.
Y si me dejo fluir, me moriré de hambre,
así que...
Debajo de los adoquines, nunca estuvo la playa.
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