La pobreza será la que nos obligará a replantearnos nuestra forma de vida, a cambiar la movilidad, la alimentación, la educación y la vivienda. No será el deseo de cambiar nuestra filosofía de vida, que también, sino la escasez y la exclusión social. Gente que vivirá en sus coches, en furgonetas, en caravanas, en cabañas en el campo, en chabolas... Algunos lo venderán como la era de Acuario y todos esos neo-mitos de la New Age, lo publicitarán cómo que es bonito caminar y conocer tu territorio, y lo aceptaremos con ilusión y no poca resignación. Nos calmaremos, comeremos sano del huerto, pero no nos equivoquemos, será una reacción a la pobreza, a bajar del escalafón social, a adecuarse a una vida con menos cosas... Ese abrazo de la slow-life será porque no quedará otra.
A pagó el teléfono para que ningún conocido le volviera a recordar que la mejor película era El Padrino, o El Resplandor, o 2001. Fuegos fatuos. La mejor película era aquella en super-8 en la que salía su abuelo. Un clásico inolvidable aquella cinta VHS alquilada por 1 euro en La Fuensanta. Su hermano saliendo de casa a horas extrañas para traer una peli de serie b casi inencontrable. Disfrutarla juntos y después comentarla. No quiero a Stanley Kubrick hurgando en mi cabeza. Las películas que me gustan me las grabo yo de la tele. Cuánto más raras, más familia. Señor, llévame a Barsoon pronto...
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