Nunca conseguí adaptarme a Madrid. Para mí y para muchos, esa ciudad era un lugar de trabajo, donde cabían pocas amistades. Los amigos de verdad eran aquellos que se habían dejado atrás, en la ciudad de mi infancia y juventud. Ahora todo aquello que viví, se me aparece con el esplendor y el desparpajo que da la libertad pasada. En comparación con esta vida nueva sin raíces ni memoria, sin apenas gente a la que conocer, en proceso de desintegración, aquella se me antoja llena de palpitaciones y alegría. Ahora tengo que inventarme idiomas para entretener a la imaginación, para hacer algo. Hasta el señor mayor con gorra o boina que paseaba con un pequeño transistor junto al oído, me parece un estandarte glorioso de aquella antigua vida, casi desaparecida ya. No pensaba yo que lo que viví hace 25 años, fuera a desvanecerse tan pronto. No tengo ni idea qué futuro me espera, pero lo que temo de verdad es que no valga la pena...
E l día que me ponga en serio a escribir, no va a quedar ninguna ubre llena, ni un ojo invadido por hormigas los colores de la vida blanco rojo y marrón serán la tinta de mi pluma no regresaré a la niñez más que una vez para visitar la infancia de mi padre como un viajero del tiempo. Me han engañado muchas veces me he peleado demasiado pocas he besado a escasas mujeres en la boca. Pero el día que me ponga a escribir de verdad empezaré a vengarme de la vida. Llamaré puta a la que es puta e hijo de al que fue amamantado con estiércol. Arrastrarme por el fango arrojarme desde un puente del Sena. No tiene sentido quedarme esperando sentado cuando tantos monstruos desfilan delante de mi vista. Yo no puedo seguir siendo bueno ni tal mal escritor un ser asqueroso generoso bondadoso piedras que hieren mis tobillos. He llorado demasiado con tus miserias y nadie me ha querido. Convertiré la tristeza en desprecio el perdón en ira la compasión en odio. ¿Por qué no me has amado? Ganas de golp...
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