Se colocaba los auriculares, le daba al play de la música y creía
escuchar conversaciones como susurros, a pesar de que se encontraba
solo. Bajaba la música y allí permanecía la cascada de voces. Él sabía
que estaba aquí, pero sus oídos le mostraban otros mundos, otros países,
otras épocas. Si no fuera porque temía a las sombras... Díme que no
estoy soñando despierto. Mis tímpanos no me obedecen, van
a su rollo. Mis ojos ven esta pared, pero mis oidos son los de otras
personas. ¿Será esto la muerte?. Estar dentro de un ataúd, debajo de la
tierra, en la oscuridad, escuchando. Y de repente, aparece otra voz a tu
lado. Pero no le ves. Te está hablando a ti. No te resulta familiar,
..¿o sí?. Y quieres despertar. Pero no puedes. Estás atrapado dentro de
un sueño dentro de otro sueño de otro sueño otro sueño sueño sueño
sueño....
A pagó el teléfono para que ningún conocido le volviera a recordar que la mejor película era El Padrino, o El Resplandor, o 2001. Fuegos fatuos. La mejor película era aquella en super-8 en la que salía su abuelo. Un clásico inolvidable aquella cinta VHS alquilada por 1 euro en La Fuensanta. Su hermano saliendo de casa a horas extrañas para traer una peli de serie b casi inencontrable. Disfrutarla juntos y después comentarla. No quiero a Stanley Kubrick hurgando en mi cabeza. Las películas que me gustan me las grabo yo de la tele. Cuánto más raras, más familia. Señor, llévame a Barsoon pronto...
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