Hace algunos años
*Simón del Desierto
se presentó en el Parque de Colón
como un aventurero clandestino
regresado de un viaje de iniciación
abrió sus largos brazos,
y todavía enfermo de una herida mal curada,
comenzó a contarnos una historia sobre unas islas :
Alrededor del fuego, él sólo logró recordar
una waiata de Serrat,
pero el idioma les cautivó tanto,
que todos los nativos le acompañaron
con gritos y danzas.
Sus ojos brillaron cuando recordó su paso por ChristChurch,
y en su mal inglés trataba de relatarle
su azarosa vida a un señor mayor bondadoso.
Años después, Simón fue misionero en Mauritania
donde se hizo amigo de una monja de Tonga
con la que jugaba al baloncesto
y los dos reían por estas casualidades de la vida.
Nada de esto parecía verídico,
pero Simón nunca mentía
le teníamos mucha envidia
porque era imposible que fuera tan bueno.
Nos sentíamos como la Inquisición frente a Marco Polo
no nos creíamos su recurrente arohanui
su sonrisa complaciente nos hería en lo más hondo.
La gente que es tan especial merece ser crucificada.
Mas qué rabia me da
que yo no pueda escapar de su aura.
Que tenga que escribir sobre él
y que no pueda inventarme nada.
Que sea su Cronista de Indias
y me tenga que quedar en la ensenada.
La gente especial merece ser crucificada.
*Dedicado a Simón García
*Simón del Desierto
se presentó en el Parque de Colón
como un aventurero clandestino
regresado de un viaje de iniciación
abrió sus largos brazos,
y todavía enfermo de una herida mal curada,
comenzó a contarnos una historia sobre unas islas :
Alrededor del fuego, él sólo logró recordar
una waiata de Serrat,
pero el idioma les cautivó tanto,
que todos los nativos le acompañaron
con gritos y danzas.
Sus ojos brillaron cuando recordó su paso por ChristChurch,
y en su mal inglés trataba de relatarle
su azarosa vida a un señor mayor bondadoso.
Años después, Simón fue misionero en Mauritania
donde se hizo amigo de una monja de Tonga
con la que jugaba al baloncesto
y los dos reían por estas casualidades de la vida.
Nada de esto parecía verídico,
pero Simón nunca mentía
le teníamos mucha envidia
porque era imposible que fuera tan bueno.
Nos sentíamos como la Inquisición frente a Marco Polo
no nos creíamos su recurrente arohanui
su sonrisa complaciente nos hería en lo más hondo.
La gente que es tan especial merece ser crucificada.
Mas qué rabia me da
que yo no pueda escapar de su aura.
Que tenga que escribir sobre él
y que no pueda inventarme nada.
Que sea su Cronista de Indias
y me tenga que quedar en la ensenada.
La gente especial merece ser crucificada.
*Dedicado a Simón García
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