Anoche soñé que escribía una gran novela de más de 10.000 páginas, y mi mano no se cansaba. Y la vida que describía no era la mía, pero se parecía mucho. Hablaba cientos de idiomas, unos más claros que otros, y también amaba a miles de mujeres, y creo que fui amado por algunas decenas de ellas. No importaba si lo que decían mis personajes era cierto. Con poner algunos puntos suspensivos en los lugares adecuados, lograba espantar a la muerte. El narrador lo era todo, sí, pero también estorbaba. Sentía que tenía dentro muchas cosas que contar. Fíjate, para llenar diez mil páginas. Cada cierto tiempo, no sólo hacía genuflexiones extrañas, sino que oraba a algún dios dispuesto a escuchar. Alguien invisible me pasaba la mano por el cabello, y este gesto me recordaba a uno igual que hacía mi propia madre, años atrás. Tengo que decir que esa novela la escribí de un tirón un sábado por la noche, mientras escuchaba la música de una banda sonora. Y que al mirarme reflejado en la pantalla del ordenador, veía mi rostro multiplicado en incontables yoes. Se apareció la cara de un bebé que también era éste que les habla, y el rostro de un anciano cuyo ojos eran ya agujeros. Y me rodeaban los fantasmas de los vivos que no sabían cantar y olvidaban muy pronto. La existencia se había convertido en algo imposible de aguantar totalmente cuerdo. Por eso me dí a la bebida, como los grandes. Pero yo era pequeño y no sabía nada... (Los puntos suspensivos indican que quedan 9.999 páginas por leer)
E l día que me ponga en serio a escribir, no va a quedar ninguna ubre llena, ni un ojo invadido por hormigas los colores de la vida blanco rojo y marrón serán la tinta de mi pluma no regresaré a la niñez más que una vez para visitar la infancia de mi padre como un viajero del tiempo. Me han engañado muchas veces me he peleado demasiado pocas he besado a escasas mujeres en la boca. Pero el día que me ponga a escribir de verdad empezaré a vengarme de la vida. Llamaré puta a la que es puta e hijo de al que fue amamantado con estiércol. Arrastrarme por el fango arrojarme desde un puente del Sena. No tiene sentido quedarme esperando sentado cuando tantos monstruos desfilan delante de mi vista. Yo no puedo seguir siendo bueno ni tal mal escritor un ser asqueroso generoso bondadoso piedras que hieren mis tobillos. He llorado demasiado con tus miserias y nadie me ha querido. Convertiré la tristeza en desprecio el perdón en ira la compasión en odio. ¿Por qué no me has amado? Ganas de golp...
Comentarios
Publicar un comentario