Intro
Todo viaje en el tiempo se dirige hacia la muerte. El viajero del tiempo siempre acaba destruyendo su propia máquina. Estas frases lapidarias me las dijo muy serio el señor del armario, antes de volatilizarse en el aire.
El señor del armario volvió a materializarse delante de mis ojos. Me preguntó si aún fumaba. Le respondí que no, que hacía casi 12 años que lo había dejado. Bueno, tendré que ajustar mejor el reloj la próxima vez, me dijo. Debe ser que tanto viaje por el tiempo le da mono, pensé mientras aspiraba el humo de un cigarrillo imaginario.
Después de acabar una figuración rutinaria en una serie de medio pelo, se me acercó por detrás una pizpireta actriz andaluza con pretensiones de estrella. Ésta, a media voz, dijo que estaba harta de gente no profesional que les quitaba el poco trabajo que había. Sin volverme, le espeté que yo sí que estaba cansado de encontrarme siempre a las mismas gilipollas inseguras, incapaces de destacar por sí mismas. Le recomendé que pidiera cita a un psiquiatra argentino y que no volviera a acercarse a mí, porque no me hacía responsable de mis futuras reacciones. Cuando le conté esto al Señor del Armario, éste me dijo que en su tiempo, los finales pueden rehacerse porque no hay diferencias entre la ficción y la realidad.
- Mira, continuó diciendo el Señor del Armario, hasta que no sientas que provocas envidia en tus amigos, hasta que no veas a tu alrededor sonrisas de dientes apretados, entonces no serás alguien en la vida. Éxito, dinero y reconocimiento. Mientras tanto, sólo serás ese amigo simpático digno de compasión y benevolencia. ¿Y quién quiere esa mierda hoy en día?..
Todo viaje en el tiempo se dirige hacia la muerte. El viajero del tiempo siempre acaba destruyendo su propia máquina. Estas frases lapidarias me las dijo muy serio el señor del armario, antes de volatilizarse en el aire.
El señor del armario volvió a materializarse delante de mis ojos. Me preguntó si aún fumaba. Le respondí que no, que hacía casi 12 años que lo había dejado. Bueno, tendré que ajustar mejor el reloj la próxima vez, me dijo. Debe ser que tanto viaje por el tiempo le da mono, pensé mientras aspiraba el humo de un cigarrillo imaginario.
Después de acabar una figuración rutinaria en una serie de medio pelo, se me acercó por detrás una pizpireta actriz andaluza con pretensiones de estrella. Ésta, a media voz, dijo que estaba harta de gente no profesional que les quitaba el poco trabajo que había. Sin volverme, le espeté que yo sí que estaba cansado de encontrarme siempre a las mismas gilipollas inseguras, incapaces de destacar por sí mismas. Le recomendé que pidiera cita a un psiquiatra argentino y que no volviera a acercarse a mí, porque no me hacía responsable de mis futuras reacciones. Cuando le conté esto al Señor del Armario, éste me dijo que en su tiempo, los finales pueden rehacerse porque no hay diferencias entre la ficción y la realidad.
- Mira, continuó diciendo el Señor del Armario, hasta que no sientas que provocas envidia en tus amigos, hasta que no veas a tu alrededor sonrisas de dientes apretados, entonces no serás alguien en la vida. Éxito, dinero y reconocimiento. Mientras tanto, sólo serás ese amigo simpático digno de compasión y benevolencia. ¿Y quién quiere esa mierda hoy en día?..
Comentarios
Publicar un comentario