TRECE ESTRELLAS AMARILLAS
Con 13 años conocí a Estrella, de 17
que parecía mayor.
No era egoísta como nosotros
aunque odiaba a sus padres de la misma manera.
Me enamoré de la forma en que fregaba el suelo
y de como lanzaba una frase detrás de otra
con un encanto ingenuo.
Aquella tarde en el campo fue mejor que un cumpleaños.
Las pandillas de jóvenes moteros se reunían junto a la piscina
y mis amigas se restregaban contra el más malo.
Vi por primera vez una chica en bikini
y las formas rotundas de unos pechos ya no incipientes.
Yo me hacía el alumno aplicado, el niño displicente
el pedantillo que todo lo sabe para no tener que mirar de frente
unas buenas tetas, un baile apretado, un roce sediento..
Tuve que lanzar a la estratosfera un pensamiento de muerte
para que no se notara demasiado la erección.
Y cuando todos empezaron a tirarse al agua
alguien nos arrastró del brazo y nos sacó de aquello
rompiendo el hechizo las canciones y el abrazo intenso.
Ahora con 40 sigo buscando lo mismo
cambio la casa en el campo de los veranos
por la gélida internet de invierno
mucho es lo perdido y poco lo ganado.
Estrella debe tener 44.
Será imposible encontrar su perfil de facebook
su rostro en badoo, su twitter, su flickr, su tumbrl
su blog de cupcakes.
Firmaba con 13 estrellas amarillas,
me las dedicó en una nota
ó quizá fue todo un sueño.
Nos vamos de este mundo sin comprenderlo.
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