Ananda Rodríguez no se había olvidado de cómo hacer una entrevista en condiciones. Agarró
una grabadora de las antiguas, de las de cassette, y se dirigió a la librería más veterana de
Montevideo, donde aquella misma tarde José Donoso prometía entablar un combate
dialéctico con un autor joven, un chileno de apellido Bolaño. Ananda aún no se había dado
cuenta de la impresión que provocaba su presencia en aquellos escritores. Su rostro
blanquísimo y bello, su melena oscura y ensortijada la convertían irremediablemente en
musa improvisada para los autores. A Donoso le costó reponerse, y sólo acertó a hilvanar un
discurso hueco. Bolaño, por su parte, se acercó a la joven periodista y se dejó entrevistar.
Cuando terminaron, el joven chileno se la llevó a un aparte, junto a la sección de Literatura
Naval, y le dijo muy cerca del oído : - Señorita Rodríguez, usted aún no lo sabe, pero yo la convertiré en personaje de mi próximo
cuento.
una grabadora de las antiguas, de las de cassette, y se dirigió a la librería más veterana de
Montevideo, donde aquella misma tarde José Donoso prometía entablar un combate
dialéctico con un autor joven, un chileno de apellido Bolaño. Ananda aún no se había dado
cuenta de la impresión que provocaba su presencia en aquellos escritores. Su rostro
blanquísimo y bello, su melena oscura y ensortijada la convertían irremediablemente en
musa improvisada para los autores. A Donoso le costó reponerse, y sólo acertó a hilvanar un
discurso hueco. Bolaño, por su parte, se acercó a la joven periodista y se dejó entrevistar.
Cuando terminaron, el joven chileno se la llevó a un aparte, junto a la sección de Literatura
Naval, y le dijo muy cerca del oído : - Señorita Rodríguez, usted aún no lo sabe, pero yo la convertiré en personaje de mi próximo
cuento.
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