Es triste, pero a la vez revelador, darse cuenta de la realidad de las cosas. No esperar nada de nadie, y saber que tu destino sólo está en tus manos, sin mucha gente que te ayude. Sabes que sólo puedes confiar de verdad, a lo sumo en dos ó tres personas, las más importantes de tu vida. Y que los momentos más cruciales, el nacimiento y la muerte, los vivirás en soledad. Quizá quieras trascender eso, y desearás que te quiera todo el mundo. Imposible. Incluso la gente más popular, la que se vende mejor a sí misma, está sola. Detrás de los halagos, de los regalos de cumpleaños, de los cafés compartidos, sólo hay intereses y favores. Muchas veces serán las ganas de agradar, de que te vean con aquella persona conocida y con prestigio. -Ah, eres amig@ de Fulanit@, sí, ven, que te escucho. ¿Qué necesitas?. Si no tuviéramos que rellenar esos momentos de vacío, de charla con uno mismo, (en realidad, casi nunca hablamos con nosotros, sólo compartimos un incómodo silencio), no comeríamos hasta la saciedad, no beberíamos, no fumaríamos hasta que los pulmones nos estallasen. Llamamos a la amiga, al hermano, a la prima para contarle: -Mira lo que me ha hecho Menganito, o fíjate lo que me he comprado hoy. Así se pasan los años y envejecemos. Quizá aprendemos de las experiencias, y nos llenamos de algún tipo de sabiduría que nos haga desechar muchas cosas vanas e inútiles, a lo mejor nos volcamos en los demás y nos miramos menos el propio ombligo. Pero por qué muchos pensamos que el enemigo es el otro, que nos damos demasiado a los demás sin recibir lo que esperamos. Damos entonces para recibir, y si no nos sentimos satisfechos, pasamos del blanco al negro en segundos. Hay que evolucionar, pasar de ese estado mental (metálico) a otro más generoso (líquido). Qué difícil es conseguir la acción de darse inconscientemente, sin planificación mental, sin espera, darse como los animales, a lo sumo con la única intención de que te ofrezcan un trozo de pan, pero nada más. Abolir la ambición, la competición, la envidia, el resentimiento, el rencor, desprogramar esos valores "protestantes" de la sociedad individualista, mecanizada y poco humana, y aceptar el devenir de la vida como es. La resignación y el desapego te llevarán lejos. Me resigno a estar sereno, me resigno a ser felíz. Me resigno a sentirme bien, a no darle importancia a lo que no la tiene. Me resigno a no desear, a no querer más de lo que ya tengo y soy. Decrezco como acumulador y crezco como persona. Aspiro a la Nada. Una Nada llena de Amor y Gozo, primero por mí mismo, porque no conozco a nadie mejor que yo, y después por TODO lo DEMÄS. Este mensaje se repite en todos los tratados occidentales de autoayuda que he leído, inspirados en filosofías y religiones orientales, con una pizca importante de catolicismo, aunque liberados algunos de ese condenado neoplatonismo que busca la perfección suprahumana en el pobre y limitado hombre; la perfección moral, la perfección espiritual, bah, mitos y leyendas.. Demasiado tiene la gente ya con pararse y descansar 5 minutos sin mirar el wassap, sólo contemplando las hojas de los árboles moverse..
ESTADO LÍQUIDO DEL ALMA
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