En el fondo, todos estábamos destrozados por dentro. Bajo esa falsa apariencia de éxito social y normalidad, en realidad, echábamos mano de fármacos innombrables y religiones orientales que nos tranquilizasen, ya que nadie ni nada podría darnos las respuestas que esperábamos. Nos hacíamos especialistas en cosas vanas, más para tener temas de los que hablar y de rellenar el tiempo que por un interés de aprendizaje personal. Mirábamos mal al que se declaraba feliz, y sospechábamos que ocultaba algo oscuro, como todos nosotros. Fingíamos ser tolerantes al respetar opiniones diferentes a las nuestras, pues sentíamos una creciente irritación cuando alguien nos contradecía. Odiábamos cada vez más a la gente, pero por otro lado, la necesitábamos. Y se iba convirtiendo en algo muy común, ver en las ciudades a seres grises muy juntos en diferentes espacios y situaciones, pero que ni se hablaban ni se miraban. Nadie se comunicaba de verdad. Y las nuevas generaciones crecían amputadas del sentimiento de la empatía. El ser humano había muerto, y aún no sabíamos qué le había sustituido...
N o la conoces pero ella sabe tu nombre. Es de esas personas por las que muchos morirían o se matarían. No es sobrehumana tiene defectos pero deja una marca que cuesta borrar. Es una reina que no ejerce pero se encuentra con súbditos por todas partes. Practica una suerte de hipnosis o de sortilegio oculto palabras en un idioma que solo ella susurra en tu oído. Tranquiliza saber que esta alegría este sufrimiento es ampliamente compartido. Me he propuesto disfrutar de su presencia mientras dure el hechizo. Porque mañana no estará ni habrá posibilidad de conocer su paradero. Somos varios los que nos encontramos en un lugar secreto, y al decir un código que todos hemos pactado, deseamos que ella haga acto de presencia. Pero solo nos queda la leyenda. A D.
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