- No sólo no nos gusta el pádel, con esas pistas que se han extendido como telas de araña públicas y privadas por todo Madrid y sus provincias, tampoco estimamos el poder omnímodo de los clubes de fútbol, el dinero de sus presidentes-constructores, como modifican el paisaje sin pedir permiso, con la comnivencia de políticos, reyes y obispos.
-Tampoco nos gusta que se hagan leyes y decretos para todo, como certificando el fracaso de la comunicación y el acuerdo entre las personas. ¡Todo prohibido! Y nadie prohíbe los perros ni a sus dueños, gente molesta en su mayoría que ensucia las aceras y los parques. Pido a las autoridades que cobren un impuesto de lujo a los dueños de perros, a los jugadores de pádel, a los conductores prepotentes de 4x4 innecesarios en las ciudades y a los macarras adictos al tuneo, por su inconveniencia estética.
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