Ontario
Arrástrame al poema
Aunque esté ya todo dicho
No podré aportar nada nuevo
Un aliento
Un bostezo
Un insulto
Un abrazo
El cariño siempre es noticia
Llévame a Ontario
Por los bosques
Los nenúfares
Las centellas
Los animales grandes
La muerte verde hierba
Y en las fuentes
Una nereida
La belleza siempre es portada
En la revista del alma
Por la simetría el orden
El equilibrio
Dios no puede ser más que un número perfecto
La Vanidad no es importante
No es.
Es No.
Jó soc una gossa de foc.
Al final del verso,
Una clave
Una combinación cifrada
Y el poeta no la ve nunca.
Estic mort
Cuando veas a Lázaro,
Pregúntale de mi parte
Que cómo pudo engañar a Jesucristo.
Un poco de respeto al escriba.
Él no tiene la culpa de que
El Faraón sea analfabeto.
Amor pagano
Cópula de árboles
Carreras sin dueño
Escritura automática
Los fantasmas no aparecieron
¿Y si el arte..?
Si la voz despertara de su sueño
Algún día
Letanías por dioses muertos
Volverían a retumbar en los templos.
A pagó el teléfono para que ningún conocido le volviera a recordar que la mejor película era El Padrino, o El Resplandor, o 2001. Fuegos fatuos. La mejor película era aquella en super-8 en la que salía su abuelo. Un clásico inolvidable aquella cinta VHS alquilada por 1 euro en La Fuensanta. Su hermano saliendo de casa a horas extrañas para traer una peli de serie b casi inencontrable. Disfrutarla juntos y después comentarla. No quiero a Stanley Kubrick hurgando en mi cabeza. Las películas que me gustan me las grabo yo de la tele. Cuánto más raras, más familia. Señor, llévame a Barsoon pronto...
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