
Últimamente sueño con coches antiguos de los setenta, como un Seat 127 donde voy montado y que circula por instalaciones industriales abandonadas, o con un demacrado Sylvester Stallone subido en un cochambroso autobús de línea, que se dirige a un pueblo desconocido del interior de la península. Me asalta el juicio de qué hará semejante estrella, aunque esté en horas bajas, con esa cara de yonqui y circulando en autocares de pueblo..
Mi madre tuvo un 127special CO-5793-H que le dio el apaño hasta muy entrados los 90. Sufrimos los viajes a Torrox-costa los veranos, y él sufrió algún que otro vómito. Sin aire acondicionado, sin nisiquiera cassette, sin elevalunas eléctricos, ni airbags, ni dirección asistida ni GPS. Quizá, por eso, los viajes tenían otro encanto, desesperado, pero encanto al fin y al cabo.
ResponderEliminarSaludos desde el salpicadero.