Art Bible
Sin saber cómo, encaminé mis pasos hacia una iglesia protestante, que ya había observado unos minutos antes a través de sus ventanas. En la fachada había una placa oscura donde resaltaban en letras de molde las iniciales IG. Empezaba la ceremonia. El ambiente de la feligresía parecía norteamericano. Estaba mi amigo Francisco, un antiguo evangélico, y mucha gente de barrio. Me sorprendí charlando en un inglés fluído aunque básico, con una mujer negra, a la que explicaba quien era yo y lo que hacía allí. Llegaba el Pastor y empezaba la ceremonia. Los bancos de rezo se convertían en tablas donde practicábamos una suerte de Step de gimnasio mientras el Pastor recitaba unos versículos. Mi mentalidad de cultura católica me hacía rechazar interiormente aquella situación, que me resultaba grostesca, aunque divertida. La ceremonia continuaba con una suerte de Aleluyas y Cantos en común donde no me sentía muy cómodo. Al final del acto, se me acercaba un abuelete con aspecto de viejo irlandés, que me preguntaba sobre aquello. Le interrogué acerca de si eran baptistas o pentecostales, etc.., el abuelo pareció que se enfadaba y se fue hacia el fondo. Al momento, mientras yo seguía azorado, volvió con un libro muy usado en sus manos. Me lo entregó y me explicó que a él se lo habían dado en un momento crítico de su vida, y que le había ayudado. Era una biblia con las pastas blancas y letra tipográfica grande y de color rojo, como la portada de un libro de autoayuda. Lo acepté y se lo agradecí, aún sin tener muy clara su utilidad. Después, todo se difuminó.
Sin saber cómo, encaminé mis pasos hacia una iglesia protestante, que ya había observado unos minutos antes a través de sus ventanas. En la fachada había una placa oscura donde resaltaban en letras de molde las iniciales IG. Empezaba la ceremonia. El ambiente de la feligresía parecía norteamericano. Estaba mi amigo Francisco, un antiguo evangélico, y mucha gente de barrio. Me sorprendí charlando en un inglés fluído aunque básico, con una mujer negra, a la que explicaba quien era yo y lo que hacía allí. Llegaba el Pastor y empezaba la ceremonia. Los bancos de rezo se convertían en tablas donde practicábamos una suerte de Step de gimnasio mientras el Pastor recitaba unos versículos. Mi mentalidad de cultura católica me hacía rechazar interiormente aquella situación, que me resultaba grostesca, aunque divertida. La ceremonia continuaba con una suerte de Aleluyas y Cantos en común donde no me sentía muy cómodo. Al final del acto, se me acercaba un abuelete con aspecto de viejo irlandés, que me preguntaba sobre aquello. Le interrogué acerca de si eran baptistas o pentecostales, etc.., el abuelo pareció que se enfadaba y se fue hacia el fondo. Al momento, mientras yo seguía azorado, volvió con un libro muy usado en sus manos. Me lo entregó y me explicó que a él se lo habían dado en un momento crítico de su vida, y que le había ayudado. Era una biblia con las pastas blancas y letra tipográfica grande y de color rojo, como la portada de un libro de autoayuda. Lo acepté y se lo agradecí, aún sin tener muy clara su utilidad. Después, todo se difuminó.
Bonita foto, curioso sueño.
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