¿Acaso sólo nos enamoramos de la belleza y la juventud?. ¿Somos esclavos de su influjo y no podemos hacer nada para evitarlo?.¿Escribir nos ayuda a mitificar la vida y el amor, el erotismo y la muerte?. ¿Crearse una identidad literaria es hacer un homenaje a todos aquellos autores que nos marcaron?. ¿Es la literatura una sublimación del sexo o de lo que jamás ocurrió en la vida real?. Para quien esté familiarizado con el personal mundo de Philip Roth, no encontrará nada nuevo en esta obra. Están presentes todas sus obsesiones, ya leídas en El animal moribundo y en Elegía. (No confundir con la película llamada Elegy). Pero como este autor es un maestro, le da una vuelta de tuerca a la trama, para hablarnos de todo aquello que rodea al escritor que está fuera de su obra, su vida personal, que tanto influye en la ficción, y de los malentendidos provocados por las biografías no autorizadas y el cotilleo mitificador de escritores raros o minoritarios, aquellos llamados “de culto”. Al igual que existe un cine dentro del cine que interesa mucho más al aficionado, aquí el juego metaliterario posiblemente hará disfrutar al iniciado.
De todas formas, ¿a quién le importa esto?.
Lo que de verdad importa, como hace el personaje principal, es vivir impulsivamente, llevado y traído por las locas emociones cuando se está al final de todo.
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