Esta noche he soñado, en una cama de una ciudad portuaria, que era un indigente por libre elección. Me instalaba con otro vagabundo en el pasillo de un edificio de pisos, colocaba mis cosas y las suyas junto a la puerta de un amigo de juventud, ya padre de familia, instalado y aburguesado. Este chico abría la puerta de su casa, y salía con otros amigos y vecinos, pasaban a nuestro lado, no nos decían nada, pero su actitud, aunque tolerante, parecía molesta con nosotros. Les oía decir que marchaban a una concentración-protesta con un fin social, para fomentar la ayuda a los indigentes. Con bastante escepticismo, recogía mis cosas y me lanzaba a las calles de la ciudad metrópoli e inmensa. Me colaba en el metro e iba sin ninguna dirección en particular. Echaba de menos mi cazadora oscura, me sentía mal vestido. En una plaza me encontraba con una chica que comía espaguettis en la calle. De repente, me daba cuenta que yo llevaba una cazadora azul, deportiva, como de mujer, y que la gente me miraba sonriendo. a la mujer sele unía un hombre de mediana edad, con gafas y el pelo cano, que me contaba las bondades de hacer deporte a su edad, lo sano que era, y se probaba mi cazadora deportiva, que dejaba poco después a los pies de otras personas. La recuperaba, me laponía y me marchaba de nuevo por las largas calles de aquella ciudad de altos edificios,un poco más optimista porque pensaba, que a pesar de todo, existían aún personas que te ayudaban.
Esta noche he soñado, en una cama de una ciudad portuaria, que era un indigente por libre elección. Me instalaba con otro vagabundo en el pasillo de un edificio de pisos, colocaba mis cosas y las suyas junto a la puerta de un amigo de juventud, ya padre de familia, instalado y aburguesado. Este chico abría la puerta de su casa, y salía con otros amigos y vecinos, pasaban a nuestro lado, no nos decían nada, pero su actitud, aunque tolerante, parecía molesta con nosotros. Les oía decir que marchaban a una concentración-protesta con un fin social, para fomentar la ayuda a los indigentes. Con bastante escepticismo, recogía mis cosas y me lanzaba a las calles de la ciudad metrópoli e inmensa. Me colaba en el metro e iba sin ninguna dirección en particular. Echaba de menos mi cazadora oscura, me sentía mal vestido. En una plaza me encontraba con una chica que comía espaguettis en la calle. De repente, me daba cuenta que yo llevaba una cazadora azul, deportiva, como de mujer, y que la gente me miraba sonriendo. a la mujer sele unía un hombre de mediana edad, con gafas y el pelo cano, que me contaba las bondades de hacer deporte a su edad, lo sano que era, y se probaba mi cazadora deportiva, que dejaba poco después a los pies de otras personas. La recuperaba, me laponía y me marchaba de nuevo por las largas calles de aquella ciudad de altos edificios,un poco más optimista porque pensaba, que a pesar de todo, existían aún personas que te ayudaban.
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