


Estos son los rostros que veo cuando leo el libro de Susanna Clarke, que puede sonaros por lo escrito a un nuevo Harry Potter o el Señor de los Anillos, pero que tiene una cosmogonía muy particular y un modo de abordar la magia y lo tradicionalmente británico de un modo más parecido en pasajes al de Borges que al de Tolkien, aunque no desdeña de utilizarlo también.
Los rostros que imagino no son necesariamente los que describe el libro.
Hay grandes gestas en la narración, pero también pequeños dramas surrealistas atravesados de realismo mágico tenebroso, hay personajes con un carácter ingenuo que se me antojan infantiles, por su condición de Ingleses de la alta sociedad, pero se contraponen a otros que han conocido lo más duro de la vida, la guerra y la magia. Se respira también un fatalismo inevitable en toda la historia, los personajes ya están destinados a cumplir un destino, que no tiene quizás porqué ser grande ni decisivo para el destino del Reino.
No contaré nada más, después de todo, aún no he terminado el libro. Sólo es un leve resumen de mis impresiones cuando he sobrepasado bastante ya el ecuador de páginas. Pronto.
Dedicado a Mirmano, que me trajo este libro que no conocía yo de ná.
ResponderEliminarchas grasias, hermano, yo sabía que te iba a gustar.
ResponderEliminar