Caminaba en un sueño por las calles ficticias de otra Córdoba. Llamémosla Ciudad Badorco. Paseaba sin rumbo fijo por callejuelas medievales y llegaba a una plaza amplia con las ruinas de una iglesia gótica, con su cementerio o jardín adjunto. Allá había muchos grupos de turistas dando vueltas. Un hombre cincuentón con gafas y pelo blanco manejaba a duras penas su cámara doméstica de video. Su mujer le apremiaba para que grabase algo, pero el hombre no sabía como usarla. Pasaba por su lado y le agarraba la cámara con cuidado, pidiendo perdón al hombre y le enseñaba a pulsar el REC. Esa pareja me invitaba a unirme a su paseo, y yo me veía medio obligado a servirles de guía improvisado por las calles de mi ciudad natal. En un recodo del camino nos encontrábamos con el grupo familiar al que pertenecían, gente de edades variopintas. Me preguntaban si yo era de allí, y les explicaba que era cordobés pero que trabajaba desde hacía tiempo en Madrid de Administrativo o Gestor en una oficina de una empresa conocida. Me miraron como con descrédito. No me dijeron de donde eran ellos, pero seguro que no del sur. Nos sentamos todos en un banco improvisado de la pared encalada y vimos aparecer corriendo a un chico veinteañero que venía de hacer footing, sorprendentemente parecido a Unax Ugalde. Era el hijo pequeño de esa pareja cincuentona del principio. Recuerdo que la familia empezaba a charlar entre ellos y ahí se disolvía el sueño.
N o la conoces pero ella sabe tu nombre. Es de esas personas por las que muchos morirían o se matarían. No es sobrehumana tiene defectos pero deja una marca que cuesta borrar. Es una reina que no ejerce pero se encuentra con súbditos por todas partes. Practica una suerte de hipnosis o de sortilegio oculto palabras en un idioma que solo ella susurra en tu oído. Tranquiliza saber que esta alegría este sufrimiento es ampliamente compartido. Me he propuesto disfrutar de su presencia mientras dure el hechizo. Porque mañana no estará ni habrá posibilidad de conocer su paradero. Somos varios los que nos encontramos en un lugar secreto, y al decir un código que todos hemos pactado, deseamos que ella haga acto de presencia. Pero solo nos queda la leyenda. A D.
Comentarios
Publicar un comentario