Madrid es una ciudad hostil para todos, pero sobretodo para los niños y la gente mayor. Es agresiva para la gente sensible, siempre tiene uno que ir en posición de autodefensa, esperando el empellón y el insulto por no tener suficientes reflejos. No puede uno distraerse lo más mínimo, te la tienen jurada. No me gustaría envejecer en Madrid, porque tendría que bailar el chotis con Esperanza Aguirre, o a lo peor con doña Ana Botella. Creo que pediría la eutanasia antes. Yo es que soy de fuera, de provincias. Estoy acostumbrado a un ritmo más humano de vida. Madrid es una ciudad genial como lugar de trabajo. Después te vas a casa y no quieres saber nada de nadie. En Córdoba la gente te habla en el consultorio médico, en la parada del autobús. Hay comunicación, aunque sea fugaz. En Madrid somos muchos y nos molestamos. Nos vemos como enemigos, incluso como rivales. Es una guerra sorda. Eso sí, tenemos cine en versión original y bares de diseño, restaurantes exóticos y estrellas de cine por la calle, como gente normal. Somos un parque temático. Pero a veces hay cultura, cultura no patrocinada ni oficial. Gente que se reúne y hace cosas sin ser profesional, que se divierte, que ayuda a los otros. Hay que saber encontrarlos. No todo es negativo. Menos mal.
Hoy, querido amigo, deberíamos olvidarnos de todo para así darnos la mano tranquilos. Recuerda esos momentos en la muralla embriagados en nuestras confidencias parecían palabras de otro tiempo mas cuanto daño nos hicieron. Si sólo nos unía la mala suerte ¿por qué la convertimos en pose de fracaso?. Otros confundían nuestros nombres alguien nos dijo que simulábamos ser hermanos en la lejanía todo se confunde todo debería ser perdonado. Nunca volverá ser lo mismo, lo sé la vida parece tener otros propósitos ajenos a antiguas aventuras. En el relativismo que a veces odio se encuentra la perfecta excusa para alejarse e instalarse en el eterno desencanto. Las películas que ahora se ven en la soledad de un cine vacío ya no nos dicen lo mismo aunque las estrellas sean las de siempre sus rostros parecen haber cambiado. Somos mejores cuando escribimos torcido somos mejores cuando fotografiamos espectros. Los insultados han creado un mundo más habitable. Pero la sinceridad se vende caro cuando l
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