Veo en las calles personas sin hogar e inmigrantes africanos, del este y magrebies vendiendo La Farola. Hay gitanos rumanos haciéndose pasar por sordomudos y pidiendo arrodillados como nuestros antiguos lisiados de la Picaresca. Otras gitanas transilvanas muy jóvenes con bebés en los brazos mendigando de comercio en comercio. Contemplo en el centro de Madrid toxicómanos y prostitutas en situación de indigencia, y todo esto parece normal, paisaje urbano. Y miro en un barrio rico de la capital las oficinas de la Concejalía de la Caridad Cristiana, perdón, de Asuntos Sociales, gobernada por una Gran Señora de la Derecha, que ha puesto en marcha el Samur Social para atender y convencer a la gente que vive en las aceras. Me pregunto, como se pregunta la ONG Impulso Solidario, si no sería mejor formar, integrar y rehabilitar en la sociedad a todas estas personas que viven en la miseria, algunos en la enfermedad y otros en la delincuencia, en lugar de sólo procurarles cobijo y alimento, que no está mal, pero el problema continúa. Es fácil dar limosna, da la impresión de que los vagabundos cumplen una función social, nos consuelan el sentimiento de culpa.
Pero si deseamos de verdad que estas personas no estén en las calles, démosles la oportunidad de salir de allí.
JUANMA SANTIAGO LEÓN
Pero si deseamos de verdad que estas personas no estén en las calles, démosles la oportunidad de salir de allí.
JUANMA SANTIAGO LEÓN
La pobreza y la mendicidad son muchas cosas. Se les puede llamar Problema, Lacra Social, y enfocarlo desde múltiples ángulos: Represión, Integración, Educación,... Pero sobretodo, la Pobreza, la mendicidad, el 4º mundo o como se le llame, las mafias, la picaresca o la marginalidad son REALIDAD. Forman parte de nosotros, y están ahí para quedarse. También permanecerán los que combaten esas situaciones, de una manera u otra, con un enfoque u otro. Es una situación, como la prostitución, permanente, con épocas de mayor y menor asentamiento, como todo, pero está ahí, y como la muerte, forma parte de nuestras vidas aunque no nos guste casi nunca mirarla de frente.
ResponderEliminar