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Relojes acuáticos

C abriolas en el agua y olor a porro fino. Niños que piden atención y padres que se los dejan a los canguros socorristas. Otros que se tiran de cabeza, bomba, de espalda, campeones de salto de longitud llegados del gueto. Unidos por la falta de urbanización y piscina comunitaria, los pobres, los extranjeros, los turistas, los que viven en el centro, remojan sus cuerpos doloridos. Los niños ansiosos, los que pasan de las normas, los que fuman a escondidas, los que beben ufanos en el chiringo del fondo, comunidad de inmolestados, donde el sol manda. Árboles y gorriones en comandita beben los vientos por nosotros, ignorantes a la otra fiesta del rampante verano.
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Pensaba que estaba en el año 2029

l os hijos vestidos de plata principitos que van de fiesta discotecas volantes en la tumba de las abuelas. Pensaba que en el futuro los recuerdos se implantaban a falta de otra cosa. Nos sentíamos especiales pero envejecemos como todos. La enfermedad y la muerte son el mejor filtro ni siquiera la sabiduría es necesaria para la especie. Solo reproducirse para vencer el impulso nihilista. Faldas cortas y largos escotes desde hace 50 años. Viejos tatuados ancianos pirceados dolores cool, parece el nombre de una novela moderna. ¿Dónde está el coche de mi padre?. Escasas son las luciérnagas que alumbran el porvenir.

La cal salpicada

H e olvidado los señuelos de la noche, el alquitrán impuro de tus labios, el maniqueísmo de sentirme sarraceno en tierra de cristianos conversos. He sentido que posabas tus lágrimas ensalivadas en el cuenco de mis ojos, y todo eso me ha gustado tanto que el orgasmo me supo a poco.

Dormir en el agua

C uando mi madre me hablaba, creía que lo hacía en árabe. Palabras que se perdían en los aljibes de las casas encaladas. Ya no rezaban al mismo Dios, pero el azafrán en la alacena demostraba que alguien le enseñó a cocinar de esa manera. Somos como los judíos que desprecian a los árabes, una forma miserable de despreciarse a sí mismos. Viajeros en el tiempo que cuentan otra historia. La bárbara pobreza de nuestro tiempo. No importa querer ser como los americanos porque ya hemos olvidado lo que en verdad somos. Súbditos del Nuevo Imperio Británico tocados con sombrero mexicano. Y la verdad del espíritu que se encuentra en la última de las habitaciones de la casa de la abuela donde ánforas compiten con piedras preciosas de los Omeyas y libros que nadie leerá solo los fantasmas sin rostro que amaban las Mil y una noches.

Soy un coche

Despojado de mi valor Empujado a los márgenes del colodro Cariacontecido y desmatriculado Nada pasa No importo Engolfado por tus adentros, motor gripado arrojado al pozo del Changuay. Soy solo un coche y si no te transporto nada valgo para ti.

Bastones del futuro

  Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Facebook Dejará de recibir correos en tal fecha, pulse para anular pero la IA es mi amiga el buscador insondable ajeno a mí proceso de degradación física. Cuándo llegará mi vejez siniestralidad del epíteto añoso vino y copas la chaqueta coja quiero enseñar que una vez hubo un humano que caminaba. Cuántos deseos de pegar collejas si la gente me interesase pero la empresa ha conseguido que la alienación me posea. Hablo solo me comunico como perro natural Ejem ejem Socializo con las hebillas de las costuras congéneres flatulencia del pasado dejo abierto el grifo para que te sumerjas.